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Aquel verano...

Había un buen puñado de coches cuando se estacionaron. El parking, si es que se le podía llamar así, no era más que una explanada de arena y piedras en la que se quedaba la huella de los neumáticos. Estaba rodeado de una frondosa vegetación en el lateral que daba a la montaña, y había pequeños arbustos y hierbas en el extremo opuesto, el de acceso a la playa.

Recogieron las cosas y emprendieron la marcha por el improvisado «camino», un hueco despejado entre la maleza a base de pisadas anteriores, en el que atisbaron un adelanto de lo que se iban a encontrar por los sonidos que se escapaban: voces, risas, gritos, música. Ya se había reunido mucha gente y todavía faltaban los que se unieran a última hora de la tarde o por la noche.

Los distintos grupos de amigos estaban separados y rociaban la costa con los colores de sus toallas extendidas cerca de la orilla de esa porción de mar en mitad de la nada. Algunas personas jugaban con la pelota, al frisbee o hacían piruetas sobre la arena. Otros compartían comida y bebida, permanecían refugiados bajo la sombrilla o se tostaban al sol. Los había sin traje de baño, con bañador turbo por debajo y por encima de las rodillas, en toples, bañador o biquini minúsculos.

Nadie con sombrero. Punto para Jin.

Eran personas diversas, cada una con sus peculiaridades, pero a las que unía el deseo de exprimir los últimos instantes de verano que les quedaban, al menos de ese. A Taehyung le sorprendió reconocer la mayoría de las caras y que lo reconocieran. Por fin era uno más y no el misterioso hijo de los Kim, y experimentó una sensación de pertenencia tan agradable que sonrió hasta que le dolieron las mejillas.

No tardaron en localizar un hueco vacío en el que instalarse, con espacio suficiente para cuando aparecieran el resto de sus amigos.

—¡Los espero en el agua! —anunció Jin, deshaciéndose de la ropa.

—Por supuesto, porque la sombrilla se pone sola. ¡Qué despiste el mío!

—El único palo que clavarás hoy… ¡De nada, eh! —se burló y salió corriendo, dando saltitos al ritmo de «¡mierda, cómo quema la arena!».

Namjoon se dio la vuelta y buscó el apoyo de Taehyung.

—¿A ti lo de este te parece medio normal?

—Anda, te ayudo —Extendió el pañuelo hippie con una explosión de color en el centro y puso la mochila encima en un lado y en el otro las sandalias, para que no se volara si había aire. Agarró el palo y colocó la punta en el suelo antes de empezar a moverla de lado a lado varias veces hasta formar un pozo—. Debería grabarlos y subirlos a YouTube. Seguro sería todo un éxito de visualizaciones.

Recibió un gruñido de Namjoon. A Seokjin no se le había ocurrido nada mejor que irritarlo un poquito más dedicándoles un clavado mientras se enfrentaba a las olas lanzándose de cabeza contra ellas.

—Mira, yo es que no puedo. Tiene un problema grave de conexiones neuronales o algo. De otro modo, no me lo explico.

Siendo sincero, algo de razón tenía Namjoon. Sin embargo, la debilidad que sentía por el chico provocaba que suavizara sus tonteras de un modo totalmente imparcial.

—Sabías que era un vago cuando lo conociste. ¿O de pequeño era todo responsabilidad y luego se dio a los malos vicios?

—De pequeño no éramos amigos.

Namjoon se arrancó la camiseta. Imponía. Vaya si lo hacía. Era alto y tenía unos pectorales duros y un pecho lampiño y marcado. Si además conocías su carácter, amedrentaba un poquito más. Claro que luego hacía cosas… Cosas como agarrar el bote de protector solar y ruborizarse por algo tan tonto como el ruidito similar a un gas al echarse, y localizabas su puntito más tierno.

That Summer ❀ KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora