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Aquel verano…

—¿Cómo era el uniforme de tu instituto, Taehyung?

Era un miércoles cualquiera y Taesung y Soohae les habían cedido durante unas horas la gran casa para hacer una suculenta barbacoa al aire libre no apta para estómagos delicados. Los restos de la grasienta cena continuaban en la mesa de piedra, y ellos se habían trasladado a la zona de la piscina con la seguridad de que volverían por la comida cuando el hambre apretara en mitad de una noche que prometía ser larga. Como todas.

La música pop, rock y alguna que otra electrónica se mezclaban en el altavoz que los acompañaba para que nadie se quejara de no estar representado. Jimin, que se había pasado un poquito con la sangría intentaba enseñarle a Namjoon unos pasos básicos de baile con nefastos resultados, Jungkook descansaba en una tumbona en el otro extremo después de nadar un rato y Yoongi y Seokjin estaban en el agua; el primero haciendo el muerto y el segundo, en el dónut gigante rosa chicle que les había obligado a inflar, porque él era de esfuerzo limitado. Vamos, un absoluto vago al que se le daba de lujo ordenar y lanzar baterías de preguntas random.

—¿Por qué crees que llevaba uniforme?

—Es un básico de los niños bien.

Taehyung puso los ojos en blanco. A veces, Seokjin soltaba esa clase de comentarios por los que deseaba estrangularlo. Luego recordaba que era un bocón sin mala intención y se le pasaba. Incluso le seguía el juego.

Movió los pies debajo del agua y observó la pequeña cicatriz rosácea que tenía en la tibia, que contrastaba con la tonalidad azul celeste eléctrico de la piscina iluminada por las bombillas del interior.

—Gris y negro —concedió y se inclinó hacia atrás. La temperatura era perfecta. Conservaba el calor de un día en el que el sol había pegado fuerte y corrían suaves ráfagas de viento.

—¿Con escudo y todo?

—Un azor. El ave nacional del país, que simboliza el temperamento del coreano valiente y resuelto.

Le dio un toque un tanto peliculero. Su intuición le decía que al muchacho delgado, al que se le notaban las costillas al respirar y tenía la piel blanquecina a pesar de pasar casi todas las tardes en la playa, le apasionaba esa clase de contenido.

—Lo sabía. Eres nuestro niño rico de manual.

—Pero, bueno, ¿cómo crees que es mi vida?

—Como en Gossip Girl, por supuesto. Como una versión masculina de Blair Waldorf, para ser más exactos —Taehyung tuvo que reírse ante su imaginación desbordante—. Mansión en barrio residencial, mucho drama adolescente y fiestas hasta el amanecer.

En la parte del barrio residencial no se equivocaba. Vivía en una zona bonita y tranquila, con puntos verdes, farolas que iluminaban los paseos con luz cálida y vecinos educados y agradables, sí, aunque sus sonrisas resultaban contenidas. Y hacían menos ruido. Y allí estaba descubriendo lo mucho que le gustaba el sonido.

De todos modos, tampoco era justo reducirlos a tópicos con patas, a una misma masa uniforme. Había gente influyente y gente anónima. Algunos amantes del lujo y otros que buscaban privacidad. Ricos por herencia o por méritos. Cantantes y actores. Personas, eso era en lo que todos coincidían. Pero en Seúl se sentía uno más y en Gwangyang, especial. Ahí estaba el punto que marcaba la diferencia, no las cuentas bancarias.

«Sabes que estás en tu sitio cuando ser tú mismo resulta sencillo», le había dicho su madre una vez. Por fin lo comprendía.

—Cuando vayamos a visitarte tienes que llevarnos a un evento con modelos.

That Summer ❀ KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora