◍ 08 ◍

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Correr era el placer culpable de Taehyung. Ponerse los pantalones deportivos oscuros, la camiseta manga larga de elastano gris a juego con los tenis deportivos, ponerse una bandana en la frente reteniendo el cabello rebelde y trotar motivado tarareando las canciones que se reproducían aleatoriamente de una playlist cualquiera.

Disfrutar de lo que cinco años atrás en ese mismo lugar habría parecido impensable.

Frenó junto al solitario banco de piedra del mirador, que seguía teniendo la mejor panorámica del puerto, las montañas y su costa. Se quitó los audífonos y lo recibió el sonido de las gaviotas, la bravura del océano y el fuerte viento que zarandeaba las ramas de los árboles. Allí arriba hacía mucho frío, pero no importaba; ni eso ni la amenaza de un cielo encapotado y gris que rugía para anunciar que se avecinaba una tormenta.

—Eres lo más inoportuno que existe —protestó al notar la vibración del móvil.

Era Hoseok. Descolgó. No podía ignorarlo. Llevaba tres días en Gwangyang y todavía no habían hablado. Lo que podría parecer un margen de tiempo razonable para otros, a escala de su amistad y sin contar determinados meses borrados de su historia, se transformaba en una auténtica crisis comunicativa para ello. Además, su mejor amigo se había quedado en Seúl ocupándose de todo el trabajo mientras él fracasaba en su regreso.

¿Has tenido tiempo de revisar los proyectos que te envié o convencer a Jungkook requiere jornada completa?

¿Cómo se lo decía con tacto? Apoyó las manos en la barandilla de madera y titubeó.

—Los vi y no… me entusiasman. Falta algo —«Alma».

Taehyung, te quiero, pero estás siendo insoportable.

—Algunas personas creen que ser perfeccionista es una gran cualidad.

¿Las que tienen su lengua sacándole brillo a tu trasero? —Hubo un silencio—. Ahora en serio, tienes tan idealizado el concepto que es imposible alcanzarlo.

Estaba a la caza de talento para la primera exposición de la galería que iba a montar en un pequeño local de Seogyo-dong gracias a la ayuda de sus padres. No le valía cualquier cosa, no podía fallar a su sueño. El arranque debía ser con algo tan poderoso y real como el arte, una verdad.

—Lo que buscamos está ahí afuera y vamos a encontrarlo. Confía en mí, Hobi —Un acto de fe ciega, solo necesitaba eso.

Lo hago.

—Gracias.

No me las des. Debo estar igual de loco que tú.

—Claro que no, me superas —Los dos rieron.

Oye, ¿qué tal te fue con Jungkook?

—¿Recuerdas que te dije que era un testarudo? Pues la cosa empeoró con el tiempo.

Le explicó por encima lo sucedido la única tarde que se habían visto. Su negativa y cómo él le había dejado el sobre encima de la mesa para largarse sin mirar atrás.

¿Habría leído las partes del contenido que desconocía o serían cenizas en su chimenea y adiós problema? Votó por la segunda opción, la resolución del cobarde, lo que era Jeon Jungkook.

En ese momento, distinguió un resplandor a lo lejos, seguido de un trueno apocalíptico, y se apresuró a colgar. El aire traía consigo olor a humedad y las olas se alzaban furiosas. Por su bien, mejor que la borrasca no lo atrapara arriba.

Iba a regresar a casa cuando vio a alguien que provocó que se le formara un nudo en la garganta.

—¿Donggun?

That Summer ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now