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Aquel verano…

Agosto llegó entre días de calle, noches con Notas desde Gwangyang y tardes de playa. Se encontraban finalizando una de las últimas. Normalmente iban todos, pero Jungkook se había salido del plan media hora antes de salir por una llamada de su jefe.

Taehyung se había dado cuenta de que el pelinegro aceptaba cualquier posibilidad de seguir engordando su cuenta bancaria. El motivo por el que necesitaba tanto dinero era todo un misterio… Tampoco le había preguntado directamente, pues era uno de esos temas en los que no necesitas una negativa directa para saber que se trata de un tabú: el absoluto y sepulcral silencio del chico ante el futuro más inmediato.

Por ejemplo, sabía que Namjoon no se movería cuando llegara septiembre y que permanecería en Gwangyang con la pescadería familiar; Seokjin se iría a principios de mes para buscar un departamento compartido en Busan, donde estudiaría en una escuela de arte dramático; Jimin alternaría Suncheon entre semana y la licenciatura de Enfermería con el regreso a su pueblo los fines de semana; Yoongi todavía estaba asimilando que Seúl lo esperaba a la vuelta de la esquina con Física y el reto de conseguir sociabilizar.

Y Taehyung, bueno, él también estaría en la capital haciendo Bellas Artes, aunque hablaba poco del tema porque le recordaba que, estando en la universidad, tendría la posibilidad de cumplir uno de sus sueños e irse un año de intercambio a Londres y no lo podría hacer por… lo de siempre.

—Una risa más y te dejo aquí —Namjoon amenazó al futuro rey de la comedia.

Yoongi se acababa de ir con la bicicleta, así que quedaban Jimin, Seokjin y Taehyung. Estaban afuera, al lado del Ibiza amarillo escuchando Bitter Sweet Symphony de The Verve mientras esperaban a que el coche de segunda mano dejara de ser un hervidero y se refrescara con el aire acondicionado encendido a tope.

—Es nerviosa, de preocupación —se defendió el acusado—. Esta noche la vas a pasar genial, amigo. Conste que intenté ayudarte con el protector solar.

—¿Dibujando una cara?

—Sonriente, para que todos sepan que eres un chico feliz.

Seokjin lo molestó y la cara de Namjoon se puso más roja que la piel de su espalda, hecho que parecía casi imposible dado que se había quedado dormido acostado boca abajo mientras el resto estaba en el agua. La carita sonriente dibujada con crema en su espalda, que llevaría como marca blanquecina en mitad de la abrasión de la carne y que apenas acababa de descubrir, era la ocurrencia creativa de su amigo.

A Seokjin le parecía lo más gracioso del mundo. Namjoon quería atropellarlo.

—Bien, te quedas.

—¡¿Tendrías el valor de abandonarme?!

—Haría más cosas, pero esta es la única legal —sentenció sin posibilidad de réplica. Agarró la camiseta de tirantes de la mochila y sufrió un potente escalofrío.

Sí, estaba realmente fastidiado, pensó Taehyung, y parecía muy dispuesto a cumplir lo que acababa de pronunciar. Miró a Jimin buscando respuestas. ¿Qué hacían? ¿Subirse? ¿Dividirse y cada uno ir con uno?

—Ocurre con bastante frecuencia, es raro que no lo hayas presenciado hasta ahora, la verdad —le dijo Jimin disimuladamente mientras Namjoon subía de piloto y le aseguraba a Seokjin que si se subía lo lanzaría con el auto en marcha—. Avanzará unos metros, empezará a maldecir por lo bajo y acabará frenando.

—¿Estás seguro?

—¿Conoces esa película antigua, la de Bill Murray, El día de la marmota? Está basada en hechos reales. En ellos. Se repiten tanto que a veces creo que vivo dentro de un bucle.

That Summer ❀ KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora