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El castaño estaba acostado sobre su pecho y él era capaz de notar sus respiraciones acompasadas. Aspiró su aroma; era a lo que debería oler el barco cada madrugada, y su piel suave lo último que acariciar por la noche antes de dormir. Recorrió su espalda desnuda y se quedó sin aliento al distinguir de nuevo una vieja sensación que ya creía perdida, algo llamado felicidad.

Dejó que la emoción se colara por dentro. Tragó saliva impactado por su potencia y le dio vía libre para que se deslizara hacia el fondo de aquel lugar donde cabía la posibilidad de que se encontrara su maltrecha alma recuperándose escondida entre las sombras. Taehyung levantó la barbilla y clavó sus ojos en los suyos, con las pupilas dilatadas por el sexo que acababan de protagonizar y el cabello alborotado.

Mierda, era jodidamente bonito. Precioso. Y lo llenaba de todas aquellas cosas buenas que había echado tanto de menos. Le daba alas, maldita sea. O al menos así lo había sentido al hundirse unos segundos atrás en el chico, elevándose del suelo, en otra puta galaxia.

Deseaba convertirlo en su estrella Polar, por lo más sagrado que lo deseaba, pero antes debía sincerarse.

—No podemos volver a aquel verano. No soy el mismo, y dudo que algún día recupere a ese chico.

—Entonces será como olvidar tu película favorita y vivirla de nuevo por primera vez, ¿no? —Taehyung apoyó la barbilla en su pecho y lo miró fijamente—. De pequeños, Hoseok quería que nos hiciéramos el mismo tatuaje: «Stay strong», mantente fuerte. Estaba bien, pero había algo que no me convencía. Ahora sé lo que no encajaba. Prefería «be», ser, con lo bueno y con lo malo —Bajó el volumen y habló flojo, casi en susurros. Como si la voz proviniera de su rincón más íntimo—: Contigo soy, Jungkook.

Le dedicó una sonrisa pequeñita y pegó sus labios a los de él.

Jungkook comprendió en ese instante, respirando a través de un beso, que Taehyung nunca había sido una elección. Podía huir y correr hasta que le quemaran los músculos, sí, pero no importaría, porque su balón de oxígeno, su chico de ojos cafés y sonrisa cuadrada, seguiría allí, como la luna.

Tenía que dejar de vivir anclado en un momento; debía acostumbrarse a las cicatrices hasta que verlas no doliera o, al menos, el dolor fuese soportable, y solo después dejar que el chico traspasara sus grietas y lo inundara con su luz hasta desbordarlo. Necesitaba confiar en que todavía los esperaba un mundo hecho a su medida y, para conseguirlo, convenía empezar a dar pasos en esa dirección.

Serpenteó con la punta de los dedos y trazó el primer mensaje en su piel tras cinco largos años sin comunicarse de ese modo, a su manera:

«Quiero vivirte de nuevo, Taehyung».











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❀ Harumi ❀

That Summer ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now