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Aquel verano…

Eran un volcán a punto de entrar en erupción.

Sus piernas rodeaban la cintura de Jungkook y se enlazaban con fuerza un poco más arriba del duro trasero donde presionaba con los talones. Sentía cada empujón de un modo casi demencial, delirante. Embestidas firmes que lo llenaban y provocaban que su espalda chocara con la pared. Se aferraba con ímpetu a su cuello, clavaba las uñas en sus hombros, tiraba de su cabello, atrapaba el labio inferior con los dientes y lo mordía ansioso, echando la cabeza hacia atrás para deleitarse del gozo de la liberación de sus sentidos.

Gritaba, gemía y gruñía cuando el chico se hundía. Besaba salvaje sus labios húmedos.

Yoongi le había cedido su lugar en el coche del compañero de Jungkook en el que también iba Jimin para quedarse un poco más y, desde que habían llegado a su casa, se entregaban a un sexo desmedido y visceral. Brutal. La comunión de sus cuerpos de un modo animal borrando cualquier rastro de inocencia en la habitación de su infancia. El placer amenazaba la cordura.

Estaban follando como fieras. Como amantes. Como les daba la gana.

Despacio. Potente.

Con los ojos cerrados o mirándose fijamente.

Les faltaba el oxígeno y lo recogían del aliento del otro.

Cómplices, siempre cómplices.

Una pasada y una lección. Taehyung se reafirmaba en aquellas prácticas que ya sabía que le gustaban y conocía otras nuevas, pero, sobre todo, eliminaba prejuicios. Hacer el amor no era una postura suave y declaraciones dulces susurradas al oído. El amor también era sexo y estaba contenido en todas las caras que se le inventaran.

Notó los músculos del chico y los suyos propios contraerse. Se preparó. Hundió la cara en el cuello de Jungkook y ahogó un chillido ante la última penetración con la que ambos estallaron. Un movimiento de caderas enérgico, vigoroso y delicioso. Sin duda, el mejor punto final de un capítulo de su historia hasta la fecha.

Permaneció un rato en la misma postura. A horcajadas, sostenido entre sus brazos y aprisionado contra el muro. Relajándose con la lava del volcán derramada recorriéndole las venas. Agotado y extasiado.

Sonrió sobre su cálida piel cuando él se aseguró de que podía sujetarlo con una sola mano para deslizar la otra hasta su corazón, cubrirlo con la palma y estar así hasta que sus pulsaciones regresaron a la normalidad o a la «aparente normalidad» que conocía, porque a su lado siempre iba un par de marchas por encima de lo común.

Levantó la cabeza dispuesto a darle las gracias, pero se topó con algo con lo que no contaba.

—¿Yo te hice esto? Lo siento —El chico ladeó el rostro y se encontró con la estampa de sus dientes en el hombro.

—Me gusta la marca de guerra —Le restó importancia—. ¿Nos duchamos?

—¿Juntos?

—O por turnos. Con lo que acabamos de hacer nos convalidan un triatlón, golondrina. Estamos empapados.

Tenía razón.

Por supuesto, prefería la opción de juntos.

Agarró un par de toallas limpias (las verdes pistacho con flores rosas cosidas en los laterales), y se metieron en la bañera. Encendió el grifo y el agua corrió hasta alcanzar la temperatura perfecta.

—¿Caliente? —le extrañó a Jungkook.

—Manías. Fría si la ducha es por la mañana para despejarme y caliente antes de ir a la cama.

That Summer ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now