Capítulo 5: Arte oscuro

130 3 29
                                    

Haley Bullock:

Me sentí aplastada por todos, me asfixiaba, ¿a quién en la vida le gustaba ser captado de tal forma? ¿Qué rayos veían? Quise regresar al silencio de mi habitación. Sentí ganas de huir o soltar a Zac, salir corriendo sin importar nada. Imaginé la escena en mi cabeza y pensé que sería una acción muy ridícula de mi parte, así que aguanté lo que más odiaba: causar algún tipo de atención.

Como olvidar que a mi lado se encontraba el hijo de un diplomático. Tuve ganas de golpearme la frente con la palma de mi mano y en vez de eso, los examinaba con discreción y rectitud. Era cada gesto de mi rostro el que me delataba, emitiendo una severidad contra todos y cada cámara. No tenía vergüenza en mostrar mi aburrimiento por tanta atención. Me costaba mantener la ecuanimidad.

Creo que pude sostener cierta indiferencia y tranquilidad sin que se viese tan obvio que odiaba las aglomeraciones. Zac avanzó conmigo, apartando a todos del camino sin soltarme. Trataba de sonar educado por cada "permiso" que pedía, aunque tampoco pareció funcionar ya que su tono autoritario lo evidenciaba. Poco a poco las personas abrieron paso ante nosotros.

—¿Quién es ella?

Las preguntas llegaban desde varias direcciones, ellos trataban de adivinar un nuevo rostro, uno que no estaban acostumbrados a ver.

—No tengo ni la menor idea... Pero el chico es el hijo de Zacarías Spinster, un embajador muy reconocido —respondió otra persona.

—¡Claro que sé quiénes son los Spinster!

Tantas personas hablando al mismo tiempo desorientaban la manera de escuchar las conversaciones.

—Quiero salir de aquí, Zac —solté conservando mi aura de tranquilidad.

Caminó, llevándome consigo a una de las anchas y enormes escaleras de mármol. Pisamos cada escalón sin detenernos pero los hombres que me ayudaban con el vestido llamaron nuestra atención. Zac y yo nos detuvimos.

Íbamos casi por la mitad de las escaleras para ir al siguiente piso. No pudimos seguir porque el hombre se dispuso a arreglar mi vestido y mientras lo hacía, llegó un segundo hombre y comenzó a hacer lo mismo. La zona posterior se extendió hacia abajo, arropando muchísimos escalones en varios metros hasta llegar al primero, aumentando la euforia de los fotógrafos y la mayoría de los presentes.

"Está bien. Únete al enemigo y dales lo que quieren".

Le dábamos la espalda al alboroto efusivo que desprendían los presentes, miré hacia arriba, captando grandes muros que sostenían el museo. Me encontré implorándole a los cielos que terminara tanta algarabía. Inhalé profundamente y me giré a medias, visualizándolos a todos. Había demasiada gente envuelta en una gala exuberante.

Mis ojos fueron directos a cada "flash", enfrentándoles pero sin quitar mi seriedad. Parecía que los retaba y Zac de manera natural, me siguió la corriente. Reconocí a algunos de la preparatoria, aunque cuando salteaba la vista inundaba mi panorama en caras desconocidas. No fue hasta que la pesadez tan incierta de un grupo, me dio curiosidad y quise mantener mi visualidad. No descifraba de donde provenía esa pequeña propensión. Fue como un choque y no seguí recorriendo mis ojos a ningún otro lado. Eran como un destello que resaltaba demasiado.

La familia Dankworth.

Su vista en mí eran perlas verdes, eran aguas que brillaban sin cesar. Un sello muy admirable ya que todos tenían el mismo color en sus ojos. Roseanne le daba un sorbo a su copa de vino, sin siquiera parpadear ante mí. En cuanto a Cameron, sonreía de brazos cruzados, para mí no era una sonrisa tan agradable. Y Bart mantenía un semblante tan indiferente, que parecía darle igual todo lo que aquí sucedía.

Lunenburg©Where stories live. Discover now