Capítulo 11: Otros misterios

49 1 0
                                    

Haley Bullock:

—¿Toda la preparatoria asistirá a ese proyecto?

—Tengo entendido que no, Sra. Bullock.

—Desde luego que no, serían demasiadas personas.

Zac y Jinny llegaron por la mañana a casa, mamá les sirvió café, complaciéndolos con tostadas y otros aperitivos. Hablaban sobre la excursión o el proyecto extra-escolar que acababa de lanzar la directiva en la preparatoria, que por cierto era hoy.

Me costó entrar en la conversación, ya que permanecí en un estado inactivo, como si tratar de pensar en tantas cosas al mismo tiempo, me desconectara del entorno y las palabras que me rodeaban. Jinny pareció percatarse de mi actitud, y mientras que mamá y Zac seguían en su conversación, ella acercó su mano a la mía. Su tacto provocó que cayera de nuevo en la realidad. Me sonrió un poco antes de llevarse un sorbo del café. En ese instante las voces en la cocina volvieron a mis oídos.

—... Y hacer fogatas, deben pensar que compartir o promover estas actividades, aumentará el compañerismo y el respeto como estudiantes —terminó Zac, y yo quedé sin entender la conversación.

—Si lo piensan es porque realmente podría ser así, ¿no crees? —mamá le dio una sonrisa suspicaz, como sospechando de que Zac lo ponía en duda.

—Supongo, ojalá y funcione. La verdad es que en Lunenburg las cosas están cambiando muy rápido. Con los acontecimientos de las últimas semanas, lo que más se refleja es la "desconfianza". —en su última palabra, Zac me miró entornando sus ojos con análisis.

Le dí una mirada severa, aún seguía con el drama de que ya no le tenía confianza, porque no me atrevía a decirle algo sobre... Ni siquiera sabía lo que quería realmente. Sus deducciones solo provenían de mis vacilaciones. Tendría que disimular más, si es que no quería hablar de lo que ha estado sucediendo. "Imbécil", pensé.

—¡Haley! ¿Qué te he dicho sobre esas palabras? —mi madre había soltado la cuchara con la que removía unos vegetales en la cocina, fue donde me di cuenta que pensé en voz alta.

No dejé de mirar a Zac con cierto desdén, que pareció darle igual porque seguía concentrado en el sabor de su café y fingiendo que no hacía caso de mis ojos sobre él.

—Lo siento mamá, es difícil lidiar con alguien como Zac.

—Sí, y te sale fatal —respondió él sin importarle mi comentario.

El autobús llegaba en veinte minutos y ya iban a ser las tres de la tarde, aunque nosotros iríamos en el auto de Zac a las afueras de la ciudad, donde sería la actividad. Se escuchaba el choque de nuestros cubiertos con los platos, cuando un breve silencio nos sumió.

—Son estúpidos, ¿verdad? —mi madre quebró el silencio cuando sacaba un pay que lucía genial.

—¿Quiénes? —cuestionó Jinny.

—La directiva en la preparatoria. Es decir, si las cosas están tan peligrosas en la ciudad, a ellos lo primero que se les ocurre es mandarlos a las montañas y el bosque.

La verdad es que era fácil que cuestionase algo en momentos adecuados, era cierto que la seguridad parecía que decrecía, y aún así, estábamos a punto de actuar como si no nos importara.

—Exactamente como en las películas de terror —agregó Zac, siguiéndole la corriente—. En vez de huir del peligro, los protagonistas se dirigen a él.

"Él". Cualquier palabra me envolvía en recuerdos breves, conversaciones irrelevantes me llevaban a las cosas que vi. No era fácil mantener tanto en mi consciencia, los que estaban más cerca de las respuestas, fingían, desaparecían, actuaban extraño para luego desentenderse: como Tyler. En las últimas horas Tyler impregnó mi cabeza, y él podía ser la respuesta a lo que pasaba actualmente.

Lunenburg©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora