Capítulo 20: Ubicación Incierta (Parte I)

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Ubicación Incierta:

Me gustaba el sonido sordo, punzante y estridente. Un sonido fugaz que chocaba contra el viento, la velocidad de la flecha saliendo disparada y en dirección al punto rojo de un tronco, tan alejado pero con la precisión de mi impecable puntería.

Imaginaba que el punto rojo era alguno de los próximos, sus siguientes víctimas, y una sonrisa gloriosa se asomó por mis labios. Coloqué otra flecha sobre el arco y aproveché toda la fuerza de comprensión, deseando que el siguiente fuese asesinado. La velocidad de mi disparo apartó a la primera, para ocupar su lugar en el punto rojo.

Faltaba poco para que la sangre corriera por la ciudad como cascadas, para quitarle lo más preciado a aquellos que pensaban que "él" no haría nada por "ella", y por mí. Era lo bueno de su idolatría, de su adoración. "Él" mataría por amor y fingiría estar enamorado para llevar a cabo todas sus artimañas, hasta el punto de emboscar y rodear sus vidas. Porque mientras más cerca estuvieran los inocentes, más inocentes morirían, y me divertía su tablero, sus reglas, sus actuaciones.

Me había mantenido tan lejos y tan cerca, que cualquiera pensaría que yo no estaba bajo ninguna relación con los hechos. Pero mi implicación era casi completa. Conocía a todas las personas que se hallaban en su lista, todo lo que protegía, y lo más divertido, era que "ella" también estaría a punto de sentirse protegida, ¿pero lo estaría? Ni yo lo sabía. Tenía que seguir ocultándome, nadie debía saber desde que punto yo disfrutaba la visión del infierno.

Este día llevaba una capucha enorme junto con una túnica, cualquiera que pasara por estos lugares, solo podría ver mis manos. Todo mi cuerpo se encontraba oculto, ¿pero quería estarlo? No. Ansiaba verles las caras al revelarme, cuando se entiendan las magnitudes, los trasfondos, cuando el dolor no los deje asimilar porque pensamos arrancarles hasta lo último de sus vidas, todo lo que han amado.

Nos sacrificaremos, los sacrificaremos a ellos. Llevaremos los demonios y las pesadillas a sus mentes, recuperando el aliento, la gracia, toda la fortuna de ver un sufrimiento comparado al que yo tuve. ¿Para que ser un villano, para que ser una villana? No importa de que índole provengas, debes tener una verdad arraigada, una razón que los demás no aprueben, pero que tú la veas como la única solución, como la última botella de agua en un desierto infinito.

Si ellos querían recuperar lo que perdieron, así sucedería. Pero vendría con un comodín tan activo y vigoroso, que los rodearía de cadáveres que no imaginaban. Y si creaban lazos en el camino, sería mejor para la distracción de quienes nos observaban, para el enredo hermoso. Disfrutarían del placer, del amor, de la amistad, pero todo quedaría en segundo plano.

La verdad absoluta saldría a la luz, y los equivocados, los inocentes, confiarían con estupidez. Es justo lo que anhelaba. Pero tendría que ser paciente, recuperar toda la placidez, porque al final no soy yo quien lleva a cabo los homicidios, pero en caso de ser así, les dispararía a todos, uno por uno.

Admitía que "él" era más ingenioso, con un estilo propio que jamás sería igualado por futuros villanos, aunque su causa lo hacía muy bueno, desde mi punto de vista. ¿Pero "él" sería bueno para "ella"? Estaría por verse. Tenía talento para la improvisación, para jugar con las palabras, para sacar tu lado más oscuro y tus secretos. Incluso su intelecto llegaba hasta los cimientos de tus propios valores, modificándolos con la precaución de un tigre a punto de comerse un ciervo.

Magnífico. Se robaba toda mi admiración y era mi ejemplo a seguir. En el futuro, sería yo quien gestionaría el tablero, extendiendo mis tentáculos sobre las personas y jugando con ellas. "Él" conocía los parámetros para ser el más culpable y sospechoso de la ciudad, al mismo tiempo que sabía mostrarse como el ser más inocente de Lunenburg.

Lunenburg©Where stories live. Discover now