Capítulo 8: El cementerio

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Haley Bullock:

Una imagen atroz. En menos tiempo del que pensé volvimos a tener una experiencia desagradable. Era complicado estar en mi lugar aunque no más que otros, lo difuso revolcaba cada segundo, cada exhalación que perdía e intentaba olvidar. Mis nervios se dispararían, mi corazón volvería a desbocarse. Era un tipo de gracia oscura que me lanzaba sin remordimientos, pero todo lo que estaba rodeándome en este instante me iba llenando de pavor. Las cosas que sucedieron en las últimas semanas se encontraban fuera de lugar. Había algo tan espinoso que no lograba descifrar, y aún no sabía si los demás entendían de que trataban todos los acontecimientos.

Por la cara de muchos, reconocí que ellos comprendían que era un asunto extraño. Aunque callados y temerosos, aunque impactados y destrozados, intentaban ver más allá en base a circunstancias invisibles. Igual yo, aunque toda mi visibilidad o todo motivo al alcance de mi vista, iba resonando en mi mente como caballos imparables y desesperados:

"¡Ella me contó más de lo permitido... Te juro que no quería saberlo. Me advirtió que harían todo lo posible si descubrían que alguien más lo sabía. ¡¿Para que carajos me contó?!"

En mi cabeza no disminuía la voz de Travis, ni cada palabra de la noche anterior. El desequilibrio que causaba unido a escenas posteriores, no me causaban ni una gota de entendimiento. La cabeza me dolía de tanto pensar en como se mezclaba una cosa con la otra.

"No dudo en que todo está fuertemente relacionado".

Vi su rostro inmóvil y tan pacífico, que parecía que solo dormía. Era un espejismo, un sueño, un universo que no existía, algo que no estaba sucediendo. Escuché decir que la cara de Travis se mantuvo increíblemente intacta y era cierto. No tenía ni un rasguño, lo que me daba la sensación de que se levantaría del ataúd, de que todo era un humor negro, un chiste actuado. Tal vez era la razón por la que ni una lágrima se deslizó por mi mejilla. No lo aceptaba todavía.

Travis recibió cinco puñaladas profundas, dos en el estómago y tres en las costillas. La autopsia arrojó que fue estrangulado de manera tan sádica, que fue un milagro que su cabeza aún estuviese pegada a su cuerpo.

"Solo me iré. Si me largo evitaré lo que está por suceder, creo que están sospechando que yo me he enterado de..."

Muchas veces habló en plural, pero yo no dejaba de pensar en una sola persona: la misma persona que lo amenazó e intimidó en la exposición de arte. Él incluso me mencionó cuando tuvo su discusión con Travis: "¿Qué acabas de hablar con Haley?", Fue la pregunta que me hizo retroceder prácticamente espantada y llena de una cobardía que me costó sobrellevar. Me pareció impresionante que esa persona estaba aquí... En el mismo funeral de Travis Holt.

Will Castle.

El hermano de Samanta.

Will estaba con su hermana a una distancia moderada del ataúd, con una expresión helada y con los ojos fijos en la tumba en la que Travis sería sepultado. Will siempre tenía esos aires egocéntricos y de superioridad, ojos color ámbar, mandíbula marcada y cejas finas. Mirarlo me causaba más intriga. Primero lucía amenazante y capaz de cualquier cosa, ahora mantenía una expresión analítica.

Mi atención estaba sobre él desde hace varios minutos. Tal vez Will sintió mi mirada ya que sus ojos fueron en mi dirección, provocando un contacto visual demasiado tenso. Sucedió tan rápido que no me dio tiempo de reaccionar. Él tenía previos conocimientos de alguna conversación arriesgada que Travis mantuvo conmigo. Para mí, en cambio, Will se convirtió en sinónimo de desconcierto.

Lunenburg©Where stories live. Discover now