Capítulo 7: Incógnita catastrófica

75 0 0
                                    

Haley Bullock:

Debí ayudarlo pero no me atreví a interrumpir amenazas tan sólidas. Primero necesitaba comprender en que situación me encontraba, o al menos, lo que Travis dio a entender con argumentos inestables. Traté de unir sus palabras con el de la persona que lo amenazaba y seguía quedando igual, sin entender lo que presentía como un terrible secreto.

Me alejé, dando pasos sigilosos y en retroceso. Y cuando pasé la puerta, me esfumé de los pasillos a pasos apresurados. Mi propia cobardía estaba superando los límites, no pensaba ir tan directa hacia algo que no pintaba nada bien. Tanto en los libros como en las películas, ese tipo de acciones eran un desastre total.

Antes de llegar a las escaleras me detuve cuando por ellas venía Zac, con dos copas de champán. Pisó el último escalón dándome una mirada suspicaz e interrogativa. Bajé la evidente velocidad de mi propio caminar y cuando llegó, me ofreció una de las bebidas.

—¿Qué está pasando contigo? —estaba extrañado, pero en su tono parecía que era algo irrelevante para él.

—No pasa nada... Ya sabes como soy con estos encuentros. Los aborrezco —hablé disimulando un poco mi propio agite, llevando la copa a mis labios.

Se dirigió a otro lado y caminé con él. Me observó. No supe que tipo de mirada me daba aunque fue muy serena, me provocó adivinar que estaría pensando, pero nunca podía saber que rayos sucedía en la mente de Zac.

Nos situamos en una especie de balcón, más enorme de lo habitual. Desde aquí veíamos a las personas entrando y saliendo del museo. Eran pocas las estrellas que lograban verse en el cielo y ya había dejado de llover. Zac reposó sus antebrazos en el muro del balcón, dándole un trago a su bebida y ubicando sus ojos en el movimiento de los presentes.

—¿Es en serio que me piensas mentir... A mí? —preguntó satírico.

Esta era la primera vez que había tenido que hablar sin la verdad con él. Maldición, así estuviese tan apacible, de seguro se encontraba desconcertado.

—No te estoy mintiendo —hablé tratando de actuar mucho mejor.

No pude evitar mirar hacia a otro lado a pesar de que él no mantenía contacto visual conmigo, seguía concentrado en alguna dirección.

—Es un récord lo que estás pretendiendo hacer, Haley. Van dos mentiras y me impresiona —dijo con su propia tranquilidad, una que no me daba a mí. Me ponía ansiosa.

—No seas estúpido —me acerqué a él, colocando mis manos sobre el muro para mirar hacia abajo también—. ¿Cuántas veces te he mentido en la vida?

Posó su vista en mí. Ni de broma voltearía a mirarlo. Sentía la pesadez de su intuición originada en su seriedad, sus ojos imperturbables, que protagonizaban una plateada mirada que se hacía demasiado circunspecta al articular cualquier cosa.

—Es una buena pregunta, si tenemos en cuenta que hoy es la primera vez que me mientes en algo.

—Te equivocas, ¿cómo sabes que en otras épocas no he sido deshonesta contigo? Tal vez ahorita te estoy diciendo una verdad y en tu ceguera has pensado que siempre te he sido sincera.

Su respuesta fue una pequeña risita. No me estaba funcionando nada.

—Ni siquiera has sido capaz de mantener tu propia mirada. Prefieres crear una ficción que jamás te funcionará conmigo.

Lo observé de inmediato, serena pero cabreada por el gran talento que tenía sobre mí.

—¿Y más o menos por qué te voy a mentir ahora? Lo sabes todo.

Lunenburg©Kde žijí příběhy. Začni objevovat