Capítulo 24: Dolor profundo

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Haley Bullock:

La muerte del oficial Atwood se esparció por cada rincón de la ciudad, y ese mismo día llegaron las noticias a oídos de mi madre. Me llenó de preguntas. Estaba segura de que fui la primera persona en enterarse por adelantado quien había sido el cuerpo que se desmoronó con horror.

Durante las siguientes dos semanas, que pasaron volando mientras el mes de octubre finalizaba y se rumoreaba tormentas invernales, no volví a cruzarme con Ashton ni por equivocación. De pronto había desaparecido. A nadie le pareció extraño. Ese día fue tan discreto como para evitar que alguien lo viera o notara. Los testimonios archivados por la policía fueron hechos al azar después de un conjunto más planificado. Pero nadie apuntó hacia el chico que parecía divertirse con su talento falso y engañoso.

Con Zac las cosas se pusieron muy difíciles. Si ya se sentía cabreado por mis mentiras, que el día de mi cumpleaños fueron confesadas, tener que agregar otras adicionales para ocultar que su principal sospechoso y sin duda también el mío, me lanzó desde la punta de los cielos poniéndome en peligro, fue suficiente para distanciarse de mí. Decidí darle su espacio hasta que regresara por su cuenta. Su amenaza de que descubriría todo me puso los pelos de punta. Mi mejor amigo siempre conseguía lo que quería. Después de desaparecer sin avisar y causarle un susto de muerte, era lo menos que podía hacer.

A pesar de que me evitaba en los pasillos de la preparatoria y me daba una mirada de pocos amigos, todas las noches recibía un mensaje en mi celular: "¿Estás bien?", "¿Ya comiste?", "Si necesitas ayuda, pídela... así esté molesto contigo".

"¡Maldición, Haley, me la pones difícil. Si descubro que toda esa mierda te afecta, comenzarás a odiar todo lo que puedo hacer por ti!". Mis ojos fulminaban la pantalla de mi celular, sacándome un resoplido impaciente porque en esta ocasión ya teníamos diez minutos discutiendo y ya eran las diez de la noche. Al siguiente día, me lo topé mezclando líquidos en frascos burbujeantes durante las clases de química. Estaba tan concentrado que no se percató de mi entrada al salón, pero cuando me puse el uniforme y las gafas para los experimentos, me observó apático, dándome la más mínima importancia.

Durante el mismo día aunque por la noche, recibí un mensaje más: "Conseguí nueva información sobre el asesinato del oficial Atwood, ¿Aún no me piensas decir a donde te fuiste ese día? Porque te aseguro que lo puedo descubrir fácilmente, y me da igual si te molesta que quiera protegerte de toda esa mierda".

Cuando estuve a punto de mandarle el mensaje más impulsivo e insultante del mundo, una llamada peculiar se interpuso en la pantalla.

—Sra. Albertson, buenas noches...

—¡Haley, por favor... necesito... que vengas a casa, es urgente! —su voz estaba alterada, llevada por los trazos de sus sollozos que sonaban clarísimos en el altavoz.

—¿Sucedió algo? —me puse en alerta. Mi ritmo cardíaco reaccionó pensando en algo terrible.

—¡Sí...! —pronunció con dificultad. Soltó lágrimas y llantos que me encogieron el corazón—. Es... Es Rett. Perdón que te moleste a estas horas, pero es que no sabemos que hacer. Él está...

La voz se le congeló y de inmediato la llamada se colgó. Mis ojos se abrieron como platos. La sensación de haber perdido a Rett, al hermano de Diane, me hicieron negar incrédula. No podía ser, no era cierto, Rett no estaba...

Corrí escaleras abajo sin considerar un abrigo, cuando incluso estaba consciente que las temperaturas de frío llegaban a dos grados. Mis piernas hacían lo imposible por llegar lo más pronto a la mansión Albertson, como si eso pudiese evitar alguna desgracia. Cuando mi aliento se iba desgastando hasta dejarme exhausta, las imágenes de Rett pasaban por mi cabeza, en la increíble persona que era y en todo lo que significaba para mí. Su rostro fijo y su sarcástico sentido del humor eran cosas que intentaba conservar por el resto de mi existencia, se trataba de alguien con quien deseaba compartir hasta la vejez.

Lunenburg©Where stories live. Discover now