Capítulo 12: Secretos de una enemistad

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Jinny Spinster:

La brusquedad con la que Haley se levantó de su lugar me hizo mirarla enseguida. Según ella, necesitaba un segundo, pero su forma de necesitarlo denotaba impaciencia. El chirrido de su silla me causó curiosidad y una pregunta, ¿de verdad era necesario levantarse de esa forma?

Mi rostro, envuelto en un gesto de perplejidad, no se apartó ni un instante de ella. Haley no quitó sus ojos de Cameron, y allí fue donde preveía un segundo movimiento, que a pesar de todo, me conmocionó: sus manos entraron al bolso de él, sujetando unas llaves y guardándolas en su bolsillo. Cameron pareció notar algo extraño y le miraba suspicaz, y sin que él se diese cuenta, Haley me hizo una seña para que guardara silencio.

No evité examinarla, prácticamente molesta, nerviosa y abriendo mis ojos sin entender nada. Salió de la tienda y mientras tanto, cada parte de mí se retuvo en la silueta de Cameron, que evidentemente rebuscó las llaves furioso. Por un momento me olvidé de lo que acababa de ver y una sonrisa se me escapó inconscientemente, pero al caer de nuevo en la situación decidí ayudar a Haley de alguna forma. Siempre tenía fuertes motivos para llevar algo a cabo, y sí que me debería muchas explicaciones después de esto.

—Pues yo estoy aquí, no creo que se te haya perdido algo.

—¡Sí, se me acaba de perder algo! —realmente sonaba molesto, sus labios estaban fruncidos y su tono no podía darme tregua.

—Lo que se está perdiendo son las ganas que me traes.

—Eso no va a pasar jamás —seguía enojado, aun así me vio como si lo que dijo fuese muy obvio.

Recosté mi espalda de la silla, crucé mis piernas, solté todas mis anotaciones y tomé la taza de café. Quise lucir un poco despreocupada.

—Eso suelen decir ustedes. —dije tomando un sorbo mientras él alzaba sus cejas y mostraba una sonrisa picara.

—¿Ustedes...?

—Los hombres para ser exacta

Mordió su labio inferior y se notaba que quería callarme, pero no sería aquí, no ahora. Sigilosamente se acercó a mi mesa y puso ambas manos sobre ella. Inclinó su cabeza hacia adelante como si eso le diera suficiente cercanía.

—Y a ti se te esta perdiendo el sentido común.

—No, querido —le sonreí entrecerrando mis ojos un poco para darle más ironía—. Es el sentido común lo que no puedo perder contigo. Eso permanecerá intacto y no se irá ni por un instante.

—¿Segura? Ya veremos...

—Aquí no, Cameron. Como mis padres se enteren de lo que hacemos, me matan y envían mi cadáver a los países nórdicos.

—Por eso estas conmigo, ¿verdad? Que aburrido sería tener algo simple y fácil.

Me reí sin escándalo, solo para que él me escuchara. Tenía razón ya que no era ni simple ni fácil. Se suponía que Cameron estaba saliendo con Selma, hija mayor de los Armstrong. Había sido organizado por los padres de ambas familias, sin embargo hubo algo que fracasó. El alcalde Arthur Dankworth no dio luz verde para un proyecto inmobiliario de la familia de Selma, quería beneficiarse de este mismo proyecto y que Cameron fuera parte de las acciones de "Real State Armstrong Company", pero solo podía lograrlo si este enamoraba a Selma, futura heredera de la inmobiliaria.

En cierto modo no lo logró. A pesar de que ella estaba enamorada y dispuesta, la influencia de sus propios padres siempre era un obstáculo. Goliath, padre de Selma, esperaba que el Sr. Arthur no considerara la reelección dentro de Lunenburg, para así darse más posibilidades de ganar las elecciones, aprovechar el potencial de la ciudad y expandir la empresa inmobiliaria. El embajador Zacarías Spinster, mi padre, influía constantemente en la posible candidatura de Goliath, ya que quería terminar con el mandato de los Dankworth.

Lunenburg©Where stories live. Discover now