Capítulo 28: Capturados

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Haley Bullock:

—Es más extraña de lo que explicaste. ¿De verdad no sabes quien la envió?

Jinny recorría cuidadosamente cada pincelada y profundidad de la enigmática pintura. Extendió la mano buscando descubrir alguna sensación diferente en cada borde, llegando a las fronteras de la soga del cuello, deslizando por la oscuridad del cuerpo suspendido y entrecerrando los ojos al visualizar a las tres personas en torno al aparente suicida.

—No. Le pregunté a mamá, pero el envoltorio ya estaba afuera, no se percató de quien lo trajo —expliqué.

Su cara se llenó de asombro porque realmente había algo magnético, turbio y fantástico en la obra.

—Es justo lo que a ti te gusta. Un arte oscuro que cumple con todas tus exigencias. Esta pintura me llena de intriga y desespero —me dio un vistazo para aclarar su visión—. Y te juro que estas cosas no me atraen tanto como tu obsesión lo manifiesta, pero es difícil no desear ver al autor recreándolo con sus propias manos.

—Quisiera imaginarlo —manifesté—. Pero la idea de descubrir quién lo mandó, sigue entre mis ideas principales.

—Entiendo. Representa un suicidio —la nostalgia en su voz fue evidente—. Un poco diferente, con una fatalidad tétrica y la transmisión tan agonizante que tres personas a su alrededor derraman. Ellos lo hacen más simbólico.

—Como si sabían que el individuo se suicidaría.

—O como si los tres fueron parte del mismo objetivo, y simplemente, demostraron su triunfo ante el desdichado —dijo con una interpretación demasiado coherente.

Por alguna razón pensé en Ashton. Mi mente recordó aquel día, cuando parecía que volábamos ante el mundo y que moriríamos en un estallido seco sobre la superficie. Juraba que sentía el viento agonizante, aterrador y definitivo en este preciso instante, como si hablar con Jinny fuera un sueño ridículo porque ya estaba muerta. El trauma que me provocó sería memorable, en el peor sentido, por el resto de mi existencia. Después del salto, dentro de mí había algo diferente.

Saqué nuevos libros de una de mis gavetas y las fui ordenando por género en los estantes.

—¿Irás a la fiesta de Halloween?

—Lo que tengo en mi cabeza me hace dejarlo como un tema secundario. Pasado mañana es noviembre y... —cayó en el silencio. Sus rostro se entristeció con pena. Se arregló el cabello detrás de la oreja.

Mordí mi lengua. A pesar de que no estaba al tanto de lo que le pasaba, me preocupaba lo que tenía que ver con ella. La miré sin dejar de meter libros sobre los estantes.

—No soy Rett, te prometo que jamás te impondré una cuenta regresiva para que le digas la verdad a Zac —me sinceré, entendiendo su desconfianza. Todos sus allegados trataban de señalar sus voluntades por encima de ella.

Jinny intentó resumirme lo que sucedió días atrás, dando detalles sobre todo lo importante. Inició con su huida a Canterlot, donde sus ojos brillaron de entusiasmo por todo el tiempo compartido con Cameron. Se sonrojó cuando admitió lo que hicieron después de que él saliera del baño. Su forma de explicarlo me provocó una sonrisa tierna.

No pasó por alto el hecho de aprender a montar a caballo, y la historia, que parecía ir por buen camino, cambió cuando tuvieron la conversación sobre los Armstrong, Selma y todo lo que conllevaba. Al llegar a la parte de la mansión Dankworth, lo que sucedió en el laberinto, Ashton, Bart, otra discusión con Cameron, Zac, y por último el boleto que le compraron para que se fuera a Noruega, mi expresión se hallaba bajo la influencia del desastre, horrorizada y estupefacta porque se iría en dos días de la ciudad. Probablemente no la vería de nuevo.

Lunenburg©Where stories live. Discover now