Capítulo 30: Luces y calabazas (parte II)

18 0 0
                                    

Jinny Spinster:

La multitud absorbió a Haley. Las capas aleteando con libertad me hicieron perderla. Mi cuello doblaba a todas las direcciones, buscando al chico que nos había acompañado en toda esta trayectoria. Logré dar con él, que movía las manos con mal humor cada vez que un poco de tela le rozaba en las mejillas.

Parecía que el baile iba en el momento más eufórico, en forma de tornados enfurecidos. Yo parecía estar en el ojo. Al no tener concordancia con los pasos, me tambaleaba con torpeza porque iba en contra de ellos. La vestimenta de los demás también acariciaban mis pómulos de vez en cuando. Por un instante, en el que perdí toda visión, quedé arropada en telas oscuras.

Me zafé de todos, agitando los brazos como si fueran mosquitos fastidiosos. Volví a dar con Sean. Me observó tan de prisa, con el ceño fruncido y una clara mueca de impaciencia. Intentó caminar hacia mí, pero a un par de metros, una avalancha se movió hacia el lado contrario, empujándolo sin piedad. Sus ojos se abrieron de forma chistosa porque no lo vio venir, cayendo de bruces.

Se incorporó. La capa le ocultó toda la cabeza hasta su pecho. Ahora era un fantasma en el medio de un baile diabólico. Se la quitó de un solo tirón, mostrando toda la rabia en sus facciones. Su perfil daba miedo con el aura de odio que se formó hasta en la punta de sus pestañas. Con esa misma expresión atravesó mis ojos. Casi me hace tragar grueso porque en serio lucía airado.

Retomó la idea de llegar hasta mí cuando yo luchaba por salir de la marea. Otra persona iba directo a su cuerpo y sin duda chocaría con Sean, debido a que el baile volvió a cambiar de dirección. Giró el cuello como si lo viera venir. Con el semblante fulminante y unos ojos radicalmente endemoniados, extendió los dos brazos, empujando a quien sea que haya sido. El desconocido salió volando hacia un grupo de cuatro personas. Todos cayeron como bolos.

No dio tiempo de asombrarme cuando la mano de Sean atrapó mi antebrazo, tuve que andar con él. Quitaba a todos de en medio sin cortesía, llevándonos a la abertura que hacía de salida. Sentí un alivio porque allí adentro todo se encontraba demasiado agitado. Además, la música eran tan desesperante como ese baile tan abstracto.

—¡Desgraciados malditos, pero como los odio! —apretó los dientes.

Di un par de pasos para acercarme a la entrada. La música se oía lejana. No tenía visibilidad del espacio, solo las siluetas yendo de un lado a otro.

—Haley está allí, debo ir por ella.

—No —sus dedos volvieron a cerrarse. Esta vez en mi muñeca—. No la encontrarás tan fácil, tenemos que esperar a que el baile termine.

Enarqué la ceja con una profunda reticencia, apartando la muñeca de su insufrible tacto.

—Vete a la mierda. La buscaré —en el segundo paso, Sean se interpuso entre la abertura y yo. Se cruzó de brazos entornando los ojos.

—Tendrás que pasar por encima de mí.

—¿Crees que es muy complicado? —exclamé, sarcástica.

—De hecho, imposible. Quédate aquí —habló con detenimiento, junto con ese matiz de orden que tanto me fascinaba de la gente de este puto infierno.

"Que se note mi sarcasmo mental"

Mis dedos fueron al puente de mi nariz. Cerré los párpados, con el humo preparándose para un estallido en su contra.

—Te lo advierto Sean. Nada de ti es recuperable, nada de ti puede ser salvado. De mi parte, solo deseo que desaparezcas y dejes de interponer tu intolerable presencia en mis decisiones —me acerqué a su postura. Apretó la mandíbula y soltó un bufido. Acababa de descubrir que mis palabras le afectaban un poco—. Tú no eres parte de esto. Así que apártate si no quieres encontrar lo que desde hace rato buscas. Espero que te encante arrepentirte.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 10 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Lunenburg©Where stories live. Discover now