Capítulo 33

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—Entonces... ¿Tú cola es algún tipo de sensor termodinámico? —suelta Aizawa incrédulo.

—Sí, algo así... ¡No te incumbe, cosas de licántropos! —exclama molesto al instante en que avanza hasta la salida. —Yo iré a buscar algo. —se excusa huyendo del lugar, aún con su cola presa de su diestra que no detiene sus movimientos felices.

—Algo como Midoriya... —murmura Aizawa leyendo el ambiente completamente. —Él se adaptó a Midoriya más rápido de lo que esperaba.

Así, fue como la travesía ya casi llegaba a su fin.

Mañana por la mañana llegarían al fin a su tan anhelado destino:

El campo oscilante.

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Reencuentro sombrío

Las escarlatas curiosas siguen a un pecoso que camina de forma débil a través de las orillas de la montaña nocturna. Le ve tambalearse de un lado y a otro. Le ve detenerse y mirar desorientado hacia todas las direcciones y rascar su nuca.

Se estaba impacientado porque además de su lentitud, estaba tomando una dirección completamente contraria a la que debía ir.

Katsuki le había alcanzado el paso rápidamente, atravesandose en su campo visual.

— ¡Estás yendo por el lugar equivocado y caminas demasiado lento! ¡Me irritas! —indica con sus escarlatas clavadas insistentes sobre él a apenas centímetros.

— ¡Ih! —deja escapar Izuku alejando su rostro pecoso de él. — ¡Lo siento! —apresura a disculparse cubriendo su rostro con sus antebrazos, esperando el golpe.

Pero Bakugou solo le mira con sus brazos cruzados. —Imbécil. —suelta cogiendole del cuello de la capa y arrastrarlo hacia la otra dirección, dando pasos vigorosos mientras su cola mueve activamente. — ¡Es por aquí!

Izuku abre sus ojos incrédulo mientras se permite ser arrastrado por él, ya completamente acostumbrado a aquella acción.

Él no me golpeó... —piensa incrédulo mientras comienza a sudar frío. — ¡U-un segundo, un segundo! ¿¡R-realmente eres Bakugou!? —chilla asustado con su corazón azotar.

Bakugou lo deja caer contra el césped y le mira con su mentón alzado. — ¿Hah? ¿Dormir por siete días daño tu diminuto cerebro? —inquiere burlón mientras comienza a desprenderse de sus ropajes.

Habían llegado a una cascada que cae de la cumbre de la montaña, en una zona tan amplia como para correr libres de cuidado, el agua azulina brilla en conjunto con el reflejo de las estrellas.

Izuku le mira desnudarse y su rostro se queda estático, ahí en el suelo, mirando con gran detalle como aquella cola rubia ceniza desprende de su columna vertebral.

La piel completamente desnuda del licántropo reluce hermosa en contra la luz de las estrellas mayores, evidenciando la gran fortaleza que posee en cada uno de sus músculos.

Bakugou le mira sin cuidado. — ¿Qué tanto esperas? ¡Ya muévete! —exclama azotando su pie derecho desnudo en su rostro pecoso embobado.

Izuku siente las garras de Bakugou y pasa su mano de inmediato por su rostro. —Uh... ¿A dónde debo moverme? —inquiere inseguro.

Siente el chapuzón e Izuku queda empapado. Los ropajes de Bakugou quedan olvidados a su lado.

— ¿Qué no es obvio? Te dije que olías a muerto, sombra asquerosa. —gruñe ya dentro del agua observándolo. — ¡Ya quítate esa ropa mugrosa y ven aquí! —exclama empapandolo de agua.

Bienvenido a Leffitsing ¦KatsuDeku¦Kde žijí příběhy. Začni objevovat