Capítulo 20

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— ¡Y con eso ya estamos! —exclamó Izuku contento observando que su misión ya estaba cumplida. — ¡Muchas gracias por tu ayuda Shiozaki-san! —añadió contento. — ¡Sin ti seguramente hubiese tardado muchísimo tiempo!

—Cuando quieras, al fin y al cabo era un recado de mi abue... la.

La débil voz de Ibara alertó a Izuku que algo no andaba bien. Y para cuando menos lo previó, la joven se desmayó sobre el césped, quedando exactamente en la misma posición en la que le había encontrado.

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Canasta perdida, ingredientes perdidos

La suave brisa rozó los cabellos aceitunados de aquel pecoso que por un instante se observó paralizado, mas no demoró en alzar sus cejas, abrir sus ojos y exclamar: — ¡¡Shiozaki-san!!

Su canasta con todas las hierbas recientemente recolectadas cayó al césped de inmediato, quedando un desorden visual instantáneo. E Izuku acuclillado en el césped solo atino a tocar sus mejillas y remecerla suavemente para que la chica reaccionara.

Pero ella no reaccionó.

No importaba cuan fuerte Izuku alzara su voz, no importaba cuan intensos fuesen sus movimientos para despertarla, ella simplemente no reaccionaba.

Izuku se levantó frustrado y sin esperar más, cogió a la chica entre sus brazos, además de su escoba de bruja con hermosas enredaderas envolver.

—No te preocupes Shiozaki-san, todo estará bien. —susurró sosteniéndola y acomodándola para que su cabeza descansara sobre su pecho.

Así, Izuku Midoriya frunció su ceño decidido y comenzó a correr en busca de la salida del bosque, salida que no le fue difícil encontrar pues a unos cuantos metros más la luz se observaba claramente, generando contraste con la oscuridad envolvente del bosque brumoso.

En cuanto la luz cubrió sus zapatillas rojas otra vez, Izuku de un impulso dio un brinco veloz y en menos de un parpadeo ya se encontraba sobre los cielos, volando con la mayor velocidad que podía sintiendo el suave respirar de la muchacha entre sus brazos.

Fue cuestión de tiempo para que sus esmeraldas detectaran los pequeños techos del mercado, así descendió veloz con su capa negra expandirse por la diferencia contraria de la dirección del viento.

Una brujita anciana salió de inmediato con ayuda de su bastón.

—Muchacho, ¡qué bueno verte de nuevo! —exclamó aliviada observando que había regresado sano y salvo.

Izuku tocó las piedras que decoraban el suelo de Leffitsing y corrió hasta la tienda de la anciana.

— ¡Abuela, he encontrado a su nieta pero se ha desmayado, ella necesita ser atendida urgentemente! —exclamó preocupado con Ibara en sus brazos.

La pequeña anciana observó aquello y lanzó un suspiro, bajando su mirada representando una reciente baja de humor al respecto.

Así fue como después alzó su mirada neutral, como si ya estuviese acostumbrada. —No te preocupes, lo que has presenciado es algo usual en ella. —respondió avanzando hacia el interior de la tienda revelando una pequeña habitación oscura con un centenar de velas blancas en su interior encendidas. —Entra y recuéstala aquí por favor, dormir aquí le hará bien. —añadió señalando una pequeña manta blanca en el centro de la habitación que era rodeada por aquellas velas.

Izuku tragó saliva y asintió, procuro sacarse sus zapatillas para no ensuciar aquella habitación que se veía tan pulcra. La anciana notó aquello, naciendo de su rostro arrugado una sonrisa enternecida ante ello.

Bienvenido a Leffitsing ¦KatsuDeku¦Where stories live. Discover now