Capítulo 11.

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Londres, 11 de marzo del 2020

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Londres, 11 de marzo del 2020.

He estado aplazando este momento desde que marzo llego, la razón principal por la que odio este mes es porque mi madre murió un martes 11 de marzo del 2007, cuando yo tenía tan solo siete años, era una niña todavía. Han pasado 13 años, desde su partida y aún sigo sin superarlo.

Odiaba con todo mi ser cuándo llevaba el día de las madres y ver a todos celebrando con su madre y yo tenía que ir al cementerio a dejarle flores. Aunque era algo meramente simbólico, papá siempre dice que dónde sea que ella se encuentre, está orgullosa de la persona en la que me estoy convirtiendo.

Cuándo era más chica, me costaba entender muchas cosas referentes a su partida y empecé acudir al psicólogo, fue una buena decisión, no sé dónde estaría en estos momentos, si no hubiese tratado ese vacío que por momentos siento, pero ahora sé que todo tiene solución, menos la muerte.

Estoy recostada en la grama del mausoleo, aquí entierran a todos los Woodsen, aunque mis padres no se casaron, Amelie Jones fue la única mujer que se ganó el corazón y el derecho de ser enterrada al lado de los Woodsen.

—Mi psicóloga dice que, para sanar, hay que aprender a soltar —suelto a la nada y miro el árbol moverse al compás de la brisa —, y eso hice la primera vez que me rompieron el corazón, aunque hubiese querido que seas tú la que me dieras el consejo, pero no me quejo, el video que grabaste me sirvió mucho también. Pensándolo bien, no sé si lloré por tener el corazón roto y por verte en la pantalla hablándome.

Cierro mis ojos y revivo ese momento, tenía dieciséis, mi primer y único novio, el chico con el que yo pensaba que me iba a casar y formar una familia, se acostaba con la que decía ser mi mejor amiga, doble traición, que me dejo un mal sabor de boca y muchas inseguridades. Que ilusa somos cuándo estamos enamoradas.

Le tengo mucho respeto a las personas que actualmente se enamoran y dan todo de sí, sin importar que no reciban nada o terminar con el corazón hecho trizas.

—¿Sabes? Todavía no he visto el video que grabaste para mi cumpleaños número veinte, espero algún día encontrar el coraje y verlo, sé que te verás hermosa, así como te recuerdo y tus ojos brillarán como siempre y estarás regalándome la sonrisa más linda del mundo —mientras voy hablando, su hermoso rostro invade mi mente —. Al final terminaré llorando como la primera vez que vi el primer video, fue una maravillosa idea, grabar videos para que lo vea en momentos específicos de mi vida, me quedan dos por ver, pero los veré, lo juro —suelto una risita tonta y abro mis ojos cuando siento que algo picotea mi mano, es un hermoso colibrí.

Las leyendas urbanas cuentan que los colibrí son presagios espirituales, que son mensajes divinos que envían esas personas del más allá para hacer acto de presencia o para que sepas que te están escuchando o algo así.

Papá tenía razón, siempre estás conmigo.

Es inevitable no llorar, flexiono mis piernas y me pongo en posición fetal, lloro hasta que me quedo sin lágrimas, el colibrí sigue ahí, mirándome, lo veo acercarse a dónde estoy tirada, trato de limpiarme la cara con mis manos, pero están sucias, las estrujo en mi pantalón para quitarme el exceso de tierra y grama.

Obsesión Peligrosa ✓Where stories live. Discover now