Capítulo 39.

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POV

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POV. Damon Ricciardi

Roma, Italia, 27 de julio del 2020

Suelto un suspiro mientras me recuesto en la silla, siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento, hoy es uno de esos días dónde me gustaría apagar el teléfono e irme lejos a un lugar dónde nadie me encuentre, solo para tener un minuto de paz, me quedo pensando en todo lo que ha pasado en dos meses, por lo menos las cosas están tomando un mejor rumbo, con los culpables en prisión, ahogándose en la miseria y todas sus propiedades embargadas.

Reviso mi correo, estoy monitoreando el incremento de la tasa de valores, para invertir en nuevos negocios, estoy pensando en abrir otros clubes aquí en Roma, el club de Londres abrió recientemente, ella me pidió que me alejará, que no la buscará, que desapareciera de su vida, sus palabras rompieron mi corazón, aunque me digo a mi mismo que solo lo dijo porque estaba enojada, me estoy muriendo de ganas de volver a verla.

—Hola, mamá me mando a preguntar que si vas a cenar con nosotros.

—Dile que no tengo hambre.

Dalila se mueve de manera inquieta por mi despacho, la ignoro y continúo respondiendo los correos, el dolor punzante de mis cienes vuelven atacar, cierro los ojos un segundo y alejo la pantalla de la laptop, masajeo mi cabeza esperando que esa sensación desaparezca, estoy demasiado estresado, desde que se fue no logro conciliar el sueño, me paso las noches despierto, mirando el techo pensando en ella, reviviendo su imagen en mi mente, extrañando los momentos juntos.

En esos momentos dónde me pierdo recordando, puedo escuchar su risa con tanta claridad, como si ella estuviera aquí conmigo, puedo inhalar su olor, envolver mis dedos en la hebra de su cabello, mirar el brillo en sus ojos color café, pero solo estoy soñando despierto, añorando su recuerdo, me siento vacío, incompleto, sin ni rumbo, no aguanto este sentimiento, no lo soporto.

—¿Has hablado con ella?

—No quiere saber de mí.

—¿Pero la has llamado?

—Me pase el mes de junio llamándola día y noche, nunca contestó, ni siquiera los mensajes que le envíe, no lo había entendido antes, pero esa fue su manera de darme una respuesta.

Que la deje en paz.

—Solo dale tiempo.

Tiempo...

¿Cuánto tiempo? ¿Seis meses? ¿Un año? ¿Más? Esto no se trata de tiempo, las cosas se resuelven hablando, ella no quiso hablar, ella no quiere escucharme, no sé qué más hacer, ¿Aparecerme en su casa y tumbar la puerta? Eso sería demasiado descabellado y energúmeno de mi parte y no soy así, nunca haría algo como eso, solo quiero que me escuche, que entienda que nunca jugué con ella, que nunca la vi como una distracción, mucho menos como una pérdida de tiempo, ella significa más, mucho más, que la quiero más de lo que se podría imaginar. 

Obsesión Peligrosa ✓Where stories live. Discover now