Capítulo 15.

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Maratón 2/2

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Maratón 2/2

Digan presente:

Londres, 20 de marzo del 2020

—¿Todos tiene su pincel en la mano?

Escucho un coro de sí en sus voces cantarinas y varias risitas. Hoy estoy en el orfanatorio fe y alegría enseñándole a los niños a pintar, es algo que siempre hago cada vez que tengo un tiempo libre, desde que supe de este programa que creo Kate Kenneth hace unos años, me pareció muy bonito y decidí apuntarme y así enseñarles a pintar a los niños, quién sabe si el día de mañana de aquí sale un gran pintor o maestro de pintura, nosotros como seres humanos debemos de ayudar y guiar aquellos niños desamparados para que no elijan el camino de mal y terminen en la cárcel o en una tumba.

Mi corazón bombea de felicidad cuándo veo sus hermosos rostros con una gran sonrisa en ella, pintando y enseñándoles al otro la raya o un animal que hizo, miró fijamente mi lienzo, la idea es retractar lo que estoy haciendo aquí, pintarme a mí en el medio rodeada de todos los niños dibujando y sonriendo, ya tengo la base, así que me concentro para culminarlo, me distraigo cuándo escucho que sueltan unas risitas y volteo a verlos, uno de ellos se manchó la mano con pintura y me mira apenado.

—Lo siento maestra, ensucié el piso, iré por un trapeador para limpiarlo.

—No te preocupes, sigue pintando, yo iré a buscarlo —camino hasta la puerta y cuándo voy abrirla para ir a buscar el trapeador, me devuelvo —. Que sea la primera y última vez que se ríen de uno de sus compañeros, aquí estamos para disfrutar y sonreír mientras aprendemos, la burla no es buena, debemos de tener compañerismo, si uno de ustedes se vuelve a ensuciar, el deber de todos como compañeros que somos es pasarle una toallita limpia y seguir trabajando, no burlarse de lo que paso. ¿Quedó claro?

—Sí maestra.

Algunos me miran apenados y otros menean la cabeza en señal de entendimiento, cuándo los veo volver a trabajar salgo de la habitación, sé que son niños, pero están entrando a la adolescencia, la cual para muchos es una etapa caótica y difícil y mucho más en su condición, no todos cuentan con una voz que los guíe y le señale que cosas están o no haciendo mal. Aunque sé que las monjas hacen todo lo que puedan para guiarlos y enseñarle, muchos se vuelven rebeldes porque les hace falta una figura materna o paterna, si por mi fuera los adoptaría a todos, pero aquí hay miles de niños y cada año llegan miles más.

Quisiera hacer más por todos ellos, a veces pienso que lo que hago es poco, solo puedo dedicarles unas cuantas horas durante un mes, pero siempre donó de mi dinero, aunque lo que ellos más necesitan es amor, tiempo y dedicación. Paso por uno de los salones dónde le están enseñando a tocar piano y en otro guitarra, sonrió cuando veo a una de las más chiquitas bailando mientras escucha tocar al profesor.

Obsesión Peligrosa ✓Where stories live. Discover now