↫ 𝟯𝟮 ↬

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Todos... absolutamente todos reciben lo que merecen.

Seúl. Residencia Kim. 1:00 A.M.

Un Bentley negro se detuvo frente a la verja. Enseguida un gánster abrió la puerta del automóvil y bajó su rostro brindando pleitesía al recién llegado. El hombre de edad madura se adentró a la mansión sin prestar atención a sus subordinados.

Detrás de él, un sequito conformado siempre por dos hombres lo seguían muy de cerca. El jardín que Seungmin insistía con siempre mantener pulcro lucía esplendoroso bajo las luces nocturnas de la luna y algunos leds regados con estrategia por el lugar.

El hombre trajeado y de hebras un tanto grisáceas subió los escalones de la gran mansión. Al frente y de lado a lado de la entrada, dos guardias con armas de alto alcance bajaron de igual forma la cabeza mientras uno de ellos abría la pesada puerta metálica.

Adentro todo era caos... porque en la residencia Kim siempre se llevaban a cabo los más absurdos festines, decenas de matones corriendo por doquier tratando de atrapar a prostitutas llenas de opio en sus pulmones, alfas cazando omegas en el gran jardín principal donde una gran piscina brillaba de forma presuntuosa.

El hombre, el cual era un alfa, llegó ante el matón que era la mano derecha del segundo hijo Kim.

—¿Dónde está él?

—En su habitación, señor.

Sus ojos miraron una vez más la estupidez humana. Los gestos en su su rostro lo hacía lucir molesto, exhausto, harto de todo aquello.

—Quédense aquí, yo subiré a verlo. —mencionó a sus hombres.

Y antes de girarse para subir por las escaleras que llevaban a la segunda planta, encontró al hijo Kang abrazando a un omega de forma sugerente. Tenía una botella de champagne en la mano y la mitad de su camisa de seda abierta. «Que hijo de puta» pensó mientras se giraba y caminaba hacia el pasillo decorado con una oscuridad absoluta.

La casa Kim, era prácticamente el lugar de descanso de todos los subordinados del Blue Hat. La gran mayoría de ellos ni siquiera llegaban a sus diminutas casas, ¿para que ir a un basurero cuando ahí tenían todo lo que pudiesen desear, o necesitar? Comida, alcohol, drogas y sexo eran lo más importante... el dormir venía después y eso podían hacerlo en cualquier sitio.

La mayoría de estos hombres eran fieles al segundo hijo de la familia Kim. Seungmin había demostrado ser un jefe más bien benevolente, sí, era un asesino sanguinario pero siempre procuraba a las cucarachas que lo seguían por todos lados; fue así que se hizo de un gran número de hombres entre ellos alfas, omegas y betas que darían la vida por él.

El sonido vibrante de los parlantes se iba minimizando a cada paso que este gran hombre daba, cada vez más arriba, cada vez más al fondo. Para nadie era mentira que a Seungmin le gustaban las cosas de naturaleza fría y oscura, y el gran pasillo por el que caminaba estaba conformado de finas esculturas de geishas asesinando al enemigo, bellezas y asesinas de otras épocas evocando la fragilidad y la grandiosidad del arte y al mismo tiempo, siendo grandes demonios comedoras de órganos vitales.

El alfa agradeció sutilmente una vez que la música se hubo esfumado. Él sabía que estaba cerca de su destino, giró hacia la derecha y ahí estaba; la gran puerta negra con detalles egipcios se mostraba imponente, el hombre tocó algunas veces, pero al no obtener respuestas giró el pomo de la misma.

Oscuridad... en realidad a Minnie le gustaba lo elegante y falaz. Su cama de sábanas negras estaba desacomodada, algunas prendas de sus ropas estaban regadas por el suelo de madera y él... él estaba sentado en un taburete frente al espejo.

【Paraísos artificiales】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora