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𝙵𝚊𝚟𝚘𝚛 𝚍𝚎 𝚍𝚊𝚛 𝚙𝚕𝚊𝚢 𝚊𝚕 𝚟𝚒𝚍𝚎𝚘.

¿Qué clase de pop ecléctico era ese que sonaba en la lejanía? Se reacomodó de nuevo en el espacioso camastro de almohadones mullidos, posó su antebrazo sobre sus ojos, la luz empezaba a molestarlo; dio otro giro tratando de seguir en la tierra prometida donde Morfeo le narraba las más hilarantes historias.

Se hundió de nuevo en el paisaje onírico, la música siguió navegando formando olas de líneas sobre él quien se encontraba en el monte más alto de todos. La luz sobre sus cansados parpados y el escozor de temperaturas altas le hicieron creer que anidaba en el infierno. Entonces, una sombra lo confundió, se removió un poco tratando de encontrar nuevamente aquel punto alto enajenante.

—Vamos... has dormido demasiado.

Pero él no estaba listo para despertar, se giró una vez más, una última vez. Posó la mejilla izquierda sobre los almodones y creyó haber caído en una cama de nubes blanquecinas, sonrió en el sueño y también lo hizo en ese momento.

—Eres un tipo muy raro...

Entonces abrió un ojo e ipso facto abrió el otro, asustado se recargó sobre su codo y observó a su omega. El chico, ahora castaño, lucía un pantalón de mezclilla muy informal y una playera negra; llevaba puesta una gorra oscura y unas sandalias hechas específicamente para los días en la playa.

—¿Qué sucedió? —Se repuso un poco. Se sentó y pasó la palma de sus manos por sus pequeños ojos hinchados.

Félix se sentó junto a él y llevó sus manos a la parte trasera del gran camastro.

—Has estado dormido por horas —Lo miró indulgente—. Inclusive desayuné.

—Creo que tengo resaca.

—Y también tienes saliva seca en tu cara. —El omega señaló su rostro mientras hablaba.

Él lo miró con desánimos y volvió a hacerse un ovillo.

—¿Por qué te vuelves a acostar? Es hora de irnos.

—¿Irnos? Es sábado, no trabajo los fines de semana... a menos que sea sumamente necesario —Continuó—. ¿Qué no dijeron los inversionistas que nos veríamos hasta el lunes?

Félix se dejó caer sobre la colchoneta y miró al alfa hacer el ridículo. En verdad lucía como un escupitajo en el sucio suelo, comenzó a reír.

—¿Lo olvidaste? Tú dijiste que si iba contigo a ese estúpido banquete me llevarías a donde quisiera, es hora de pagarme.

Christopher levantó de nuevo el rostro y lo miró detenidamente. ¿Enserio este tipo creía que él sería su chofer? El omega hizo un puchero el cual jugó con su mente de predestinado protector, no pasó mucho tiempo para que se pusiera de pie y se dirigiera hasta el cuarto de baño para tomar una ducha.

Mientras tanto, Yongbok limpió el tiradero que había en la terraza, tiró las botellas de cervezas que estaban esparcidas por doquier, rio como tonto cuando recordó el rostro de Bang Chan al tomar su primera Heineken.

"Amarga... es demasiado amarga"

Después entró a la estancia para seguir recogiendo, mientras tanto su mente aturdida viajaba a los momentos de la noche anterior; recordó lo mucho que comió, lo mucho que bebió e inclusive bailó.

Las cosas de este lado del océano eran sumamente diferentes. Mientras que en Seúl debías seguir 3000 etiquetas, en Sydney la gente millonaria se comportaba de lo más burda y jovial del mundo. Muchos de los inversionistas acabaron sin zapatos bailando al son de la banda que tocaba música rock de los 50's, él fue uno de ellos, con Chan a su diestra sonriendo y perdiéndose en la estupidez humana... ¿Por qué? ¿A quién no le gusta tirarse de cabeza sobre lo que no representa un problema? Se quedó estático ante las imágenes anteriores.

【Paraísos artificiales】Where stories live. Discover now