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𝙳𝚒𝚖𝚊𝚜𝚑 𝚀𝚞𝚍𝚊𝚒𝚋𝚎𝚛𝚐𝚎𝚗 - 𝚁𝚎𝚚𝚞𝚒𝚎𝚖: 𝚃𝚑𝚎 𝚜𝚝𝚘𝚛𝚢 𝚘𝚏 𝚘𝚗𝚎 𝚜𝚔𝚢

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Min●- - - - - - -●Max

En ese mismo lugar y escondido debajo de la cubierta que lleva a la parte interna del desayunador se encontraba un beta estudiando la escena en sumo silencio. El denso humo color negro le ayudó a camuflajearse, miraba con detalle los movimientos del heredero, ahora el nuevo jefe Hwang. Antes de su llegada, él era el único que había vislumbrado la muerte de su padre jurado, se dio cuenta de como sus ojos se abrieron momentos antes del que el omega le disparara, supuso entonces que Baek le hubo dicho algo, no obstante, desconocía qué. 

Su celular vibró y cogió la llamada.

—Maestro.

—Te escucho —Su voz era sepultada por el ruido de disparos y de columnas cayendo por doquier.

—El jefe Hwang ha muerto.

—¿En serio? Eso es bueno —Silencio momentáneo—. ¿Y Baek?

—El heredero lo atacó con la lanza envenenada de Seung.

—Qué pena.

—Indicaciones, por favor.

—Debes intervenir y evitar que Baek muera.

—¿Por qué?

—¿A alguien de tu posición le interesa saber eso?

—Pensé que...

—No pienses nada. Llévalo abajo y no dejes que muera. Daré el aviso de entrar y acabar con este teatro.

—Sí maestro —El beta colgó la llamada y miró de nuevo a Hyunjin que ahora se encontraba acuclillado frente a los últimos padres dominantes del blue hat.

El hombre se puso de pie y salió de su perfecto escondite que nadie hubo notado antes. Subió los escalones y avanzó en silencio tratando de evitar caerse con todo el desastre de sillas y madera hecha añicos, le regaló una mirada a la omega muerta de ojos claros y cuando llegó hasta Hyunjin, puso una rodilla sobre el suelo.

—Joven Hwang —habló muy bajito haciendo que el rubio girara su rostro con delicadeza.

—Honor a usted y a su padre.

El de ojos caramelo no dijo absolutamente nada. Solo desvió la vista y la volvió hasta los labios amoratados de su progenitor. Todo era un baño de negruzca sangre, estiró su brazo para alcanzar la piel antiquísima de su padre y rozó en su barbilla su pulgar. Recordó que era un gesto propio del jefe Hwang cuando él era un infante, su mente comenzó a dispersarse, sin embargo, el subordinado intervino en sus cavilaciones. 

—Lee Baek sigue vivo. Mi maestro desea hablar con él, lo llevaré a las celdas.

—No durará mucho.

El beta pasó saliva y relamió sus áridos labios.

—Lo sé. Su esencia se está disipando.

—¿Cómo puedes saber eso si eres un simple beta? —Hyunjin se puso de pie sin quitarle la vista de encima al rubio que aún mantenía el ceño unido y los ojos muy abiertos.

—Soy del cuerpo médico, ¿lo olvida señor? Se me adiestro para este tipo de trabajos.

—¿Dónde está tu jefe?

【Paraísos artificiales】Onde histórias criam vida. Descubra agora