Espinas y Estrellas

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Alysanne caminaba por las calles de King's Landing, y una leve llovizna caía, mojando levemente las calles, aún no se ubicaba bien. Recordaba algunas cosas, pero tenía 5 años cuando vivía aquí, no recordaba con exactitud dónde estaba su choza.

Miraba para todos lados hasta que llegó al mercado, que seguía abierto, caminó y logró identificar dónde se sentaba con su madre a vender camaron, sonrió, aunque ahora en ese mismo lugar vendían verdura.

Por su lado, el principe tuerto la miraba a la distancia, ¿A dónde se dirigía?, ¿Qué estaba haciendo?... La princesa salió del mercado, ubicando el pasillo por donde caminaba con su madre, rumbo a casa, a mitad del pasillo estaba una obra de teatro.

-¡La princesa a la que todos le quieren le meter la verga! - volteó al escenario y había un hombre usando una mala peluca negra con un mechón blanco. - ¡Qué importa que tenga canas y parezca una anciana!, ¡Es buena y tiene culo! - Aemond también miraba la obra, un tanto enojado, aunque era algo normal ahí. Continuó siguiéndola, fue cuando Alysanne notó la presencia.

No lo había identificado, pensó que la querían asaltar, por lo que caminó a la parte más oscura del callejón, lista para atacar, una vez ambas personas a solas sacó su daga lanzandola, de no ser porque el principe Aemond la esquivó hubiera perdido su único ojo.

-¿Aemond?, Joder, te pasas. - dijo reprochandole, se acerca y saca la daga del tronco de madera donde se clavó. - casi te saco el otro ojo.

-No lo harías aunque lo quisieras. - ella alzó la ceja.

-No me rete, príncipe. - lo miró atenta, guardando la daga. - ¿Qué hace aquí?

-Más bien la pregunta es, ¿Qué hace usted sola en las calles de King's Landing? Es muy peligroso.

-Yo pregunté primero. - se cruzó de brazos. - sea un caballero y responda.

-Iba a salir por ahí un rato, un príncipe debe conocer a su pueblo, ¿No? - dijo el. Ella lo miró de arriba abajo, iba vestido discreto, igual que ella, sonrió de lado maliciosa.

-Ay, ajá, iba a la casa del placer, ¿No? - dijo ella, la cara Aemond se tornó roja y ella sonrió. - No tiene nada de malo.

-Mmm - dijo Aemond mirando a otro lado. - ¿Y a dónde ibas tu? - la princesa sonrió, caminó pasando por su lado.

-Busco una casa, pero no placer. - dijo ella, Aemond la siguió caminando a su lado.

-¿De quién?

-Yo viví en King's Landing hasta los cinco años, vivía en una choza con mi madre, ahora busco la choza.

-Mmm... - Aemond asintió. - Pudo decirle a la guardia que la buscara por usted.

-Es más significativo buscarla yo.

-¿Y tiene noción de dónde es o solo camina?

-Si, tengo noción.

Alysanne miró al cielo, la fortaleza roja se miraba imponente, estaba cerca, mira alrededor y ve un pasillo, se asoma y en el fondo, ve la ventana y los charcos de agua que se iluminaban con la luz de la luna.

-Ven. - Alysanne tocó su brazo y caminó por el pasillo, encontrándose con la choza, la ventana estaba rodeada de la planta que una vez tuvo flores azules, ahora solo eran ramas secas con espinas.

La puerta estaba obstruida por tablas, Alysanne trató de quitarlas, quitó una.

-Dejame hacerlo. - Aemond la movió y quitó las tablas restantes. Alysanne entró por la puerta, lo primero que se percató fue el olor a polvo, miró el pequeño cuarto, estaba como lo había dejado su tío, sellado.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Where stories live. Discover now