Dos Oruguitas

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Alyssane caminaba por las calles de King's Landing, se atrevió a seguir el aroma a cenizas que venía del edificio quemado que era ahora apodado "Santificado sea su nombre" por el letrero que aún colgaba.

Su acto violento estaba ahí y jamás se iría, la Noche Roja pasaría a la historia, pero nadie conocería que el nombre que los Hijos de la Noche santificaban era el nombre de Alysanne Targaryen. 

Pero a Alysanne no le importaba la gloria o que la alabaran, su ego aún no aumentaba lo suficiente, se sentía bien que la gente la admirara y la quisiera, pero no era algo que buscaba...

No todo se trataba de reconocimiento, se trataba de algo más grande que cualquier nombre.

Siguió su camino paseando por las calles de lo que una vez fué su hogar, hasta que llegó a la tarima, el pequeño teatro donde se presentaban las obras de los pueblerinos, se quedó hasta atrás, era una noche concurrida, en el escenario había un hombre de pie hablando, ella buscaba a Aemond con la mirada y no pudo evitar escuchar el espectáculo que presentaban.

-Las curvas de las dragonas nunca habían sido tan presiosas...  - decía el hombre. - Todos los grandes señores de Poniente, los guardias y sirvientes no podían dejar de ver la curva de su trasero... Aquél vestido negro parecía una tela cortada sobre ella... Nadie me lo contó, yo mismo ví el vestido de la Princesa Alysanne. - al escuchar su nombre volteó al escenario.

Entra una golfa con una peluca mal pintada con un mechón blanco, usando un vestido negro que resaltaba sus curvas y tenía un collar de piedras falsas pintadas de verde.

- Lo mejor de todo era ese escolte enfrente, te daban ganas de sanbutirte en esas tetas. - Tomó la cintura de la actriz y hundió la cara entre sus pechos y respiró haciendo un sonido con la boca que provocó risas. Se separó y se paró detrás de la actriz. - Solo faltaba que hiciera ¡Así! - el hombre descubre los pechos de la actriz y ella se ríe. - Y las esmeraldas de su cuello... Verdes... De un hermoso verde, muy caras, ¿No?...  Mmmm... Los hijos del rey visten de verde y algunos afirman verlos en la calle de seda, porque es el lugar favorito de los Targaryen, ¿No?... Entonces ¿es cierto que es la perra del principe Tuerto?. - miró a la golfa. -  respondanos,  hermosa princesa.

-¡Wouf! ¡wouf! - ladra la actriz y saca la lengua, el público se ríe a carcajadas.

Alyssane miraba la obra desde el fondo,  con la expresión seria.

¿Así la miraban?, ¿Después de todo?...

¿Por esto iba a casarse con Otto Hightower?

Le dolió, se sentía humillada y expuesta, se alejó de ahí pero alguien sostuvo su brazo, al voltear se dió cuenta que era el Príncipe Aemond.

-Se los daré de comer a Vaghar. - dijo mirándola - Lo siento, no sabía de que era la obra.

-Imbecil... - dijo Alysanne y se safó de su agarre.

-Lo siento, te repito que no lo sabía... Igual no era mi idea quedarnos a ver una obra... Ven conmigo.  - Aemond le ofreció la mano, Alysanne dudando la tomó.

Ambos amantes caminaron, la chica estaba enojada, pensando que debía llegar a quemar ese asqueroso teatro, pensando en matar a ese hombre, a la golfa y al escritor de esa mierda.

O matar a todos los que se rieron.

-¿A dónde me llevas? - preguntó de pronto.

-¿No reconoces el camino? - Alysanne frunció el ceño y puso más atención, dejando de pensar en la obra, hasta que reconoció el pasillo.

Al fondo de un enorme pasillo, estaba la ventana de la casita donde vivía con su madre, donde besó a Aemond por primera vez, pero la ventana no tenía una raíz seca llena de espinas, alrededor de esta había florecillas azules con hojas verdes y cerca de la puerta un rosal rojo.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Where stories live. Discover now