Suturas

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La Fortaleza Roja fué avisada del escándalo, despertaron a la Mano y a la Reina que salieron a un consejo privado de emergencia pero no había mucho que hacer en realidad más que esperar que la Guardia lo resolviera y que no se hiciera un problema mayor. Aemond Targaryen despertó al oír el alboroto de los guardias que se movilizaban hasta la zona de desastre, se levantó y abrió la puerta de su habitación.

-¿Qué pasa?

-Unos rebeldes hicieron una masacre. - le contesto Ser Arryk. - Están movilizando toda la guardia.

-Mmm los alcanzo luego. - Aemond entró a su habitación, abrió su vestidor y se empezó a vestir rápidamente.

Se estaba poniendo las botas cuando la puerta se abrió y se cerró rápido, miró a un soldado vestido de rojo oscuro con una pechera de cuero, se puso alerta tomando su espada pero el soldado rojo se descubrió la cara y se quitó el gorro.

-Alysanne... - dijo sorprendido al verla.

- Ayúdame. - caminó a la cama, empezó a quitarse la pechera, Aemond la miraba confundido, tenía la cara manchada de negro y sangre en las manos, cuando Alysanne se quitó la pechera notó la gran herida de su espalda.

-¿Qué te paso? - Dijo acercándose a ella y quitándole la camisa para ver la gravedad de su herida.

-No hay tiempo. - Alysanne caminó hacia el mini bar.

-Alysanne, quédate quita. - la joven encontró ron y abrió la botella, se echó cómo pudo el líquido en la espalda. -¿Qué estás haciendo? - le quitó la botella. - La herida está horrible, llamaré a un maestre. - Aemond se iba a ir a buscarlo pero Alysanne tomó el cuello de la camisa de Aemond y lo acercó a su rostro, sus bellos ojos lo miraba con seriedad, le recordó a Vaghar cuando estaba irritada.

-No vas a llamar a ningún puto maestre. - Lo soltó del cuello recargandose con las manos en la mesita del mini bar, tirando por accidente una jarra de vino.

-Tu herida está muy abierta, necesita sutura.

-Pues hazme un favor y suturame tú.

-Yo no soy maestre, Alysanne.

-Pero sabes hacerlo, te conozco. - El asintió levemente - Ve a buscar las cosas, aguja, hilo, ve al cuarto de cualquier maestre y regresas. - le ordenó.

Aemond la miró atento y decidió obedecerla, salió de su habitación y fué a la de un maestre, tomó las cosas y algunas hierbas que sabía que eran para ese tipo de heridas. Regresó a la habitación tan rápido como pudo, Alysanne estaba sentada en su cama, con los pechos al aire, como ha estado varias veces en aquella habitación, pero en ese momento solo le preocupaba su espalda.

La Princesa miró a Aemond, se acomodo en el suelo de rodillas apoyando los codos en el borde de la cama, jaló una almohada hacia ella y luego bebió un gran trago de ron.

¿Pudo ir con sus muchachos a curarse? Si, claro que pudo. Pero conocía a Ser Theo, le dejaría de dos a tres curanderas y necesitaba que todas las que reclutaron estuvieran con los soldados.

Además... Ni ella entendía como por instinto terminó buscando a Aemond.

-Acabemos rápido, hazlo. - le dijo.

Aemond primero tomó agua limpia de la jarra y comenzó a limpiar la herida.

-¿Me puedes explicar que demonios esta pasando?... ¿Estabas con los rebeldes, no?

-No, Aemond, me hice esto tomando el té. - dice con sarcasmo, Aemond limpia dónde se veía carne. - Auch, más cuidado - exclamó con un gruñido.

-Lo siento. - siguió limpiando su espalda, vertió un poco de alcohol para desinfectar y Alysanne mordió la almohada por el ardor. - No entiendo por qué tu odio hacía los maestres, bien pude ir por uno y sobornarlo para que no hablara de esto. - dijo mientras acomodaba la aguja y el hilo.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin