Infierno

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Los charcos de agua cristalina eran inmensos, tanto que mojaban los zapatos, no pudo detenerse, siguió su camino por el amplio pasillo de piedra, a lo lejos, escuchaba un cántico, que estaba en Alto Valyrio, el canto de un hombre... ¿O era de un niño?... No lo sabía, pero era el acento más hermoso que había escuchado.

Una risa suave acompañó el canto, notó enfrente una figura angelical, con vestido blanco un poco pomposo y un hermoso collar de perlas con un zafiro en el centro, un velo que cubría su rostro pero resaltaban unos profundos ojos celestes.

¿Alysanne?

La novia caminaba entre los charcos, pero parecía no mojarse. ¿A dónde iba?, ¿Por qué caminaba tan rápido?, Era dificil seguirle el paso, tuvo que correr para intentar alcanzarla, pero se perdía por los pasillos.

Un grito, fue lo siguiente que escucho, pero este era más claro y supo de quién era.

-¡Alysanne!

Corrió lo más rápido que pudo, siguiendo los gritos se intensifican, atravesó una puerta y estaba dentro del salón del trono, la escena hizo que se le helara la sangre.

La Princesa del Pueblo, vestida con un vestido rojo, sentada en el trono de hierro.

Pero en lugar de sus ojos preciosos, estaban dos rubíes, que adornaban la piel pálida y sin vida.

-Debiste darle tu ojo. - escuchó una voz en su oído.

-¡Alysanne! - Lucerys gritó su nombre sentandose, dándose cuenta que estaba en su cama.

Las manos le temblaban, su piel sudaba y se frotó los ojos varias veces para calmarse.

Era un sueño, solo eso.

Lucerys Velaryon se levantó de su cama, se puso un abrigo encima y salió de su habitación, recordó cuando Alysanne Waters estaba parada en su puerta y entraba a su habitación a consolarlo por sus pesadillas, hizo una pequeña mueca al ver a un simple guardia dormido.

Caminó rumbo al siguiente piso para buscar a Alysanne, pero, parecido a su sueño, vió a una figura de angel pasar por los pasillos, no iba a de blanco, si no con una capucha negra. Lucerys siguió por el mismo pasillo.

¿Alysanne?

Se dió cuenta que era ella, la siguió, ¿a dónde iba?, no pudo evitar relacionarlo con su sueño, ¿Seguía dormido? 

Caminó a escondidas, siguiéndola, el camino fue largo y al ser un terreno despejado tuvo que seguirla con la mirada, ella atravesó el bosque, él corrió por el sendero para llegar.

¿A dónde iba, dioses?

El bosque estaba oscuro, no podía verla, la había perdido, pero se escuchaban ruidos a lo lejos, voces, espadas, risas, canciones... Como si el bosque estuviera vivo. Notó algo iluminado a lo lejos y lo fue siguiendo.

El campamento de los Hijos del Alba y los Hijos de la Noche empacaba en dos grandes carretas, Lucerys miraba confundido aquella escena, un campamento de hombres grandes, entre capas blancas y negras.

-¿Principe Lucerys?...  - Una débil voz lo llamó, a su derecha, entre arbustos, había un hombre en una jaula de madera.

Lucerys se acercó a la jaula, el olor de provenía de aquella era horrible. Le costó reconocerlo, pero se dió cuenta que era el maestre que vivía en las tierras de la Tormenta, el maestre que había curado a Alysanne de su herida hecha por el venado.

-¡Ayúdeme! ¡Principe! - extendió los brazos hacia él, Lucerys estaba en shock al ver que el maestre no tenía manos, su cuerpo estaba lleno de heridas que se están infectando entre la mierda y la sangre. - ¡Ayúdame!, ¡Van a matarme!

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Where stories live. Discover now