Rituales y Danzantes

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Las noches para Alysanne eran rituales, Morfeo no siempre la refugiaba en sus brazos, por lo que, en lugar de esperarlo dando vueltas en la cama, se levantaba e iba con los Hijos de la Noche, bebia una o dos cervezas y miraba las torturas dadas a los violadores.

Después de las torturas terminaba agotada y lista para dormir un par de horas.

Bajo luz de la luna, sus puños se manchaban con la sangre de un hombre que golpeaba cual saco de papas, un golpe tras otro, hasta desfigurarle la cara.

¿Sacaba las frustraciones de una niña o solo lo hacía por diversión?

No lo sabía, solo sabía que después de hacerlo, se sentía bien.

-¡Princesa Alysanne! - gritó uno de los hombres, volteó. - Encontramos algo que puede interesarle.

Sus hombres... Sus muchachos... Una actividad que comenzó con ella y el joven caballero Ser Theo, una noche en el valle, cuando un hombre entró a su tienda, queriendo tomarla.

Alysanne lo golpeó, pero a veces la fuerza de un hombre supera la de una mujer, para su fortuna, el joven guardia que dejó Ser Flavius aquella noche a cargo de su seguridad, se lo quitó encima antes que pudiera lastimarla.

-¿Lo llevo a los calabozos? - preguntó Ser Theo.

-No... - murmuró. - Quiero venganza.

No pensó que más hombres la seguirían en su casería, la mayoría eran soldados que Ser Theo convenció de unirse a las veladas, y últimamente, se unían hombre y mujeres, por distintas razones... Por ser violados o porque violaron o mataron a un ser querido... Y probablemente, entre sus filas, había gente que simplemente disfrutaban las torturas.

Caminó hasta sus hombres, Ser Theo estaba ahí, y había un hombre de rodillas.

-Es un espía. - dijo el líder de los Hijos de la Noche. - La venía siguiendo a usted.

Alysanne se acercó al tipo, le tomó la barbilla alzando su cara.

-Es cierto, lo miré cerca del burdel. ¿Qué hacía siguiéndome?

-Creí que iba a la calle de seda, mi Lady. - el tipo miró de arriba a abajo a la princesa, Ser Theo le golpeó la cabeza.

-Mire con respeto a la Princesa Alysanne.

-No le creo que solo por eso me siguiera. -La Princesa se sentó en una silla frente a el. - pudo intentar abordarme en cualquier callejón y me siguió hasta el campamento.

-Es la verdad, princesa, no soy un espía.

-Mmm, entonces eres un acosador. - alzó las cejas. - Eso también es malo, podríamos arrancarte los ojos.

-No, no, no... Mi Lady, tenga piedad.

-Te dejaré los ojos si me confianza para quien trabaja.

-Para Otto Higtwoter. - admitió.

-Ahh, vaya... ¿Qué te pidió hacer?

-Solo vigirlala, mi Lady, le juro que solo eso.

-Ay, que romántico Lord Otto, mandando a sus espías a cuidarme. - dice con sarcasmo. - ¿Cómo te llamas, amigo?

-Michel. - dijo el hombre.

-Michel, tenemos un problema, porque no quiero que Otto sepa sobre esto que haz visto está noche... Por ende, no te puedo dejar ir.

-Le juro que no diré nada. Yo no he visto nada.

-Si no has visto los cadáveres y la sangre me parece que mis muchachos no están haciendo un buen trabajo.

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN حيث تعيش القصص. اكتشف الآن