Creyentes

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"El Cazador de Hombres" recorría King's Landing a bajo perfil, no portaba las resplandecientes armaduras plateadas ni su capa roja, iba con unos pantalones sencillos, una camisa blanca percudido y una capucha gris, se recarga en un muro mirando al frente.

El niño estaba descalzo y patea la pelota, Lucien vuelve a patear corriendo hacia la portería, otro niño se la quita, solo hay risas mientras un gran grupo de niños juegan en dónde una vez niños se peleaban entre ellos hasta la muerte.

Ser Theo silba sutilmente, Lucien voltea, otro niño también.

-¿Ya llegó tu papá?

-Si, ya me voy. - va por sus zapatos y se los pone.

-¿Vas a venir mañana, Luke? -

-Si, voy a tratar, les prometo. - le dice al niño, Lucian se coloca los zapatos.

-¡Adiós, Luke!

Lucian se despide y se acerca a Ser Theo, el principe le toma la mano y caminan alejándose, Lucien cubria sus mechones plateados con un gorro verde, su vestidura era sencilla, como la de cualquier niño en King's Landing.

-Hola, Theo. - le dijo ya que se habían alejado un poco.

-Lu. - se limitó a decir mientras caminaban.

-¿Madre tuvo junta?

-No, estubo hablando con Lady Arryn toda la mañana... ¿Te divertiste con los niños?

-Mucho... Pero deberías decirle a los guardias que se alejen un poco más, me desespera mucho tenerlos cerca.

-Es por tu protección.

-No me haran nada, me junto con gente pura y con el corazón noble.

-El mundo está lleno de gente que quiere lastimarte, por eso te protegemos, mi príncipe.

-Mmm... - miró al cielo.

Ser Theo miraba al niño, tenía los ojos más azulados que violetas, Alysanne lo dejó salir por eso, sus ojos se ponían violetas cuando estaba molesto o tenía dragones cerca, cuando estaba tranquilo eran de un hermoso azul celeste, a punto de tornarse lilas.

Al llegar al castillo Ser Theo se detiene a hablar con uno de los guardias, Lucien lo ignora para seguir caminando rumbo a su habitación.

La vibra de aquel castillo era extraña y espesa, la frialdad del lugar le estremecía, sintió algo extraño, como si algo lo siguiera.

Dió unos pasos atrás, una sombra por el pasillo, demasiado oscura para ser de un guardia que se asomaba.

Lucien sintió miedo y salió corriendo, sus zapatos sonaban por el pasillo, y sentía que quien lo perseguía estaba más cerca, sintió tanta desesperación que mientras corría se le salieron los zapatos, le pareció ser más veloz sin ellos.

De pronto chocó con algo duro y metalico que lo hizo caer al suelo, hizo una mueca de dolor tocando su cabeza.

-Auch. - abrió los ojos para encontrarse con el principe Aemond, que estaba arrodillado mirándolo preocupado.

-Tienes sangre. - cubrió la herida de su cabeza con su mano.

-Estoy bien. - le dijo el niño pero eso no calmó a Aemond.

-Te voy a llevar con el maestre y le avisaré a la Reina.

-No, no le digas. - el niño hizo puchero, pero ignoró su rabieta y lo llevo con el maestre Myle.

Lucien iba en silencio y viendo alrededor, preocupado por quien lo venía persiguiendo, Aemond notó su actitud.

-¿Está bien, mi príncipe?... ¿Por qué venía corriendo así?

La Princesa del Pueblo | Aemond Targaryen | EN EDICIÓN Where stories live. Discover now