CAPÍTULO 24

1.3K 236 4
                                    


CAPÍTULO 24

SE HA IDO



Cuando el guardia escuchó la voz de He Xile, se giró solo para ver a un adulto convertido en su rasgo secundario. Su corazón de puso frío y corrió rápidamente hacia He Xile.

Cuando llegó a él, lo tomó con cuidado y sentó en una de las sillas, luego, con la mano bien extendida le cubrió suavemente los ojos para bloquear la imagen.

—Los niños no deben mirar.

El tono del guardia era serio, mientras miraba vigilante no muy lejos.

He Xile: "......"

Se quedó boquiabierto.

Hacía tiempo que sabía que los habitantes de Hexina eran pequeños animales hasta que llegaban a la edad adulta, y que sólo podían transformarse en humanoides una vez alcanzada la mayoría de edad. Dejando algunos de sus genes de animales puros, para solo tener características secundarias, como las orejas de gato o la cola de perro, pero ese perro de ahora era demasiado puro, ¿no?

No muestra ningún rastro de otros genes animales; además, después de convertirse en adulto, ¿puede volver a cambiar a la forma de un pequeño animal?

Y.... ¿por qué dice que los niños no deben mirar?

Ah, eso... ¿Es porque no tiene ropa puesta?

¿Pero los perros no tienen pelo en el cuerpo? Sus pieles se consideran ropa, ¿no?

No puede ser...

He Xile no podía ver nada, y su mente estaba en vilo.

Cuando pensó en lo que acababa de hacerle a la cabeza del perro, se sonrojó. Se movió un poco inquieto, pensando —Si hablamos de actos contra la moral, ¿haber acariciado al "perro", cuenta como algo inapropiado?

Xile se imaginó acariciando la cara y la cabeza de un desconocido.

Hiss.

¡Horrible como el infierno!

El guardia dijo con disgusto —Lo siento Su Excelencia, fue un descuido de mi parte dejarle ver tal cosa.

De hecho, no sólo había visto, sino también tocado.

No se atrevió a decírselo al guardia, así que prefirió cambiar de tema.

—¿Sacó la cita?

—Así es, solo espere que le llamen por la terminal.

He Xile asintió obedientemente.

Mientras hablaba, se oyeron pasos procedentes de la entrada principal.

—Bien, gracias por su duro trabajo. Entonces nos lo llevaremos de vuelta primero.

—En general son quince días de reclusión y una multa de veinte mil.

—Si alguien quiere pagarle la fianza...

—No, no hay fianza.

—¡Apúrate y llévatelo!

Los de Gestión: —...... Vale.

—¡Woof woof woof!

He Xile, no sabía qué había pasado, pero el ladrido sonó miserable.

Así, el sonido se fue alejando poco a poco.

Cuando la mente de He Xile volvió a la luz, todo el Departamento de Diseño había vuelto al silencio.

EL ÚLTIMO HUMANO DEL IMPERIOWhere stories live. Discover now