CAPÍTULO 67

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CAPÍTULO 67

IGNORANTE



—¡Cómo!, ¡cómo pudo suceder esto!

Alguien cayó al suelo mirando las cenizas del ídolo y se echó a llorar.

Al parecer, sus emociones contagiaron a los demás, y durante un rato, los quejidos resonaron por toda la plaza pareciendo muy tristes.

He Xile se quedó de pie y frunció el labio inferior. Giró la cabeza para mirar a Wen Jiyu. Éste parecía impaciente y dijo a los guardias con el rostro ensombrecido —Llévense a todos para interrogarlos.

—Sí – Los guardias asintieron y pidieron a algunos hombres que se llevaran a los fieles que se lamentaban. Al mismo tiempo, alguien se acercó trotando para informar.

—Su Majestad, al destruir al ídolo número 72, se descubrió un pasadizo oculto no lejos de este. Ha sido limpiado y ahora es accesible.

—Entra y echa un vistazo – Wen Jiyu caminó hacia adelante. He Xile le seguía de cerca. Wen Jiyu pensó en algo, dio un paso atrás y como si se tratara de la cosa más normal del mundo se inclinó para tomar la mano de He Xile.

Incluso si Wen Jiyu sabía que la situación inesperada de la última vez, cuando He Xile fue secuestrado, no volvería a pasar y que Cang Long ya había sido encarcelado por lo que no importaban los poderes de este último aunque eran tan especiales que no habría nadie más en Hexina con las mismas habilidades que él. Aún se sentía incómodo, por lo que la forma más conveniente y rápida de mantener a He Xile seguro, era siendo vigilado por los guardias, pero ni eso lo hacía sentirse satisfecho.

Claramente, cuando envió al humano como pieza de exhibición para el museo, ni siquiera le importaba.

Pero ahora...

Wen Jiyu miró un poco más a He Xile y advirtió: — Cuando bajemos las escaleras, trata de no alejarte demasiado de mí – Si bien, había más gente que no podía tener el dinero para pagar por un secuestro, nunca se era demasiado precavido — Cuando volvamos al imperio, te daré algunas lecciones.

He Xile asintió con rostro serio. Efectivamente, ahora era demasiado débil, y él era el que tenía que ser protegido en todo momento. Si podía protegerse a sí mismo, también le gustaría proteger a los demás.

Los dos llegaron a la entrada del pasadizo.

A primera vista, todo el pasadizo estaba oscuro y no se veía nada. Lo desconocido puede ser aterrador. Sin embargo, con Su Majestad a su lado, He Xile no temía estar en peligro, pero sí temía no ser lo suficientemente precavido como para no causarle problemas a Wen Jiyu y no estorbarle cuando las cosas fueran mal.

Por lo tanto, se pegó cerca de Wen Jiyu, con sus sentidos en alerta máxima.

—No te preocupes – De repente, una mano cálida apretó el suave cabello de He Xile.

Inmediatamente después, He Xile fue tomado por Wen Jiyu. Éste sujetó su nuca y le abrazó para tranquilizarle.

La temperatura corporal de Su Majestad era un poco más baja que la de He Xile, y en un ambiente tan caluroso, el abrazo era como una capa de cojín de hielo que hacía que He Xile entrecerrara los ojos cómodamente, y no solo eso, sino que también le calentó el corazón.

Justo cuando He Xile estaba considerando si devolver el abrazo, oyó una voz grave, presionada por encima de él, que decía —Si tuvieras orejas, probablemente ya estarían levantadas – Tras una pausa, Su Majestad añadió: —¿o como avión?

EL ÚLTIMO HUMANO DEL IMPERIOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant