Capítulo 32.

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BRADLEY.

Lara sonríe al terminar de leer una de mis canciones.

—Es muy linda— cierra el cuaderno y me lo entrega—. Sabes que no soy compositora, solo soy una voz bonita y ya, pero me gusta.

Guardo el cuaderno en mi bolso, mientras la veo hablar.

Sentados en el banco de la plaza. Frente a nosotros hay niños y familias compartiendo.

Al salir del colegio le comenté que podíamos ir a comer helado, ella estuvo más que de acuerdo en eso. Así que, ella está aquí conmigo, sentada muy cerca de mí. No me molesta, para nada; pero el sol ilumina toda su cara como aquel día en que salimos y cantamos Yellow en mi carro.

—No te digas eso.

—¿Qué cosa?

—Que eres una voz bonita y ya, eres más que eso.

—Oh—baja la cabeza mientras sonríe.

—¿Te estas sonrojando? —Busco su mirada, pero me impide verla.

—Ya basta— gira su rostro a otro lado.

—Estas como esa vez que te encontré hablando con Lucas.

Voltea a mí y sonríe con boca cerrada mientras se encoge de hombros, vuelve su mirada al frente sonriente.

Saca sus audífonos y me tiende uno de ellos para escuchar música, comienza a sonar Girl Just Want to Have Fun.

—Recuerdo una vez que pedí una guitarra de niña—comienza hablar—, era de juguete. Y tenia demasiados botones, y había uno en particular que cuando lo presionabas, sonaba esa canción. Y automáticamente se convirtió en mi favorita.

Sonrío.

Una pequeña Lara baila y canta al ritmo de la canción en mi mente.

—Y siempre que llegaba personas a la casa, sacaba mi guitarra para «tocar»—hace comillas con sus dedos— la canción.

—¿De qué color era?

Lara voltea a mi ahora manteniendo contacto visual.

—Era toda rosa con flores.

Suelto a reír bajando la cabeza.

—¡Ya! No te rías.

—¿Cómo no hacerlo? —la miro—. Eso fue muy predecible.

Ella ríe un poco.

—¿Y sigue siendo ese tu color favorito? —Pregunto.

Niega con la cabeza.

—Ahora no tengo color favorito, me gustan todos ¿y tú?

Asiento.

—El verde y el color café.

—¿El verde por tus ojos? —Inquirió.

—Si...

«Y el café como el de tus ojos.»

—Y el café porqué amas el café—concluye.

—Digamos que sí.

Y en parte es cierto amo el café. Pero en sus ojos se ven mejor.

Permanecemos un gran rato viendo a las personas y escuchando música, hasta que llega el momento de irnos para ensayar.

Habla sobre su infancia y como supo que le gustaba la música.

—Tu hiciste la prueba para la universidad ¿no? —Pregunta después un rato.

—Si, aunque de todas formas no es lo que quiero. La banda es lo que importa.

Because, all I need is you. (All I Need Libro 1).  |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora