Capítulo siete

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"Al final del día, todos estamos hechos de piel que puede cortarse, huesos que pueden romperse y corazones que pueden corromperse. Y solo se requiere de la presión necesaria en los puntos correctos para liberar la bestia sedienta de sangre en el más noble, y quebrantar el espíritu del más fuerte"

—Héroe Tiago, acaba de despertar de un coma— Mauricio ni siquiera intentó ocultar en su tono la consternación que sentía al ver al susodicho en esa condición. —Antes de dar su declaración, ¿no le gustaría comer algo primero, o esperar que los doctores le realicen más exámenes para asegurar que su condición sea óptima?—.

Tiago negó terminando de beber el agua del vaso que una enfermera le entregó. Desde lo ocurrido con esa bomba en el parque, él había acabado en coma por sus heridas, y no era hasta hacía una hora que por fin abría los ojos contra todo pronóstico estipulado por los doctores.

Le habían informado que los testigos y héroes ya habían dado con sus declaraciones, por lo que él no tardó en darle su versión de los hechos al jefe de la policía para no seguir repitiendo la misma historia. Sin embargo, no era solo eso por lo que quería platicar con Mauricio.

—Gracias, héroe Trinch, apenas llegue a mi oficina en la estación adjuntaré su declaración con las otras en el caso, y...si durante la investigación surge alguna duda, no dudaremos en hacérselo saber—.

—Estoy de acuerdo, oficial Mauricio— Tiago asintió, y viendo cómo el oficial dirigía su camino hacia la salida de la habitación, volvió a hablar. —¿Cómo...se encuentran los civiles?—.

Mauricio detuvo sus pasos en el umbral de la puerta, incapaz de articular una palabra, paralizado ante los recuerdos que le conducían a la respuesta de aquella pregunta que tanto se había esforzado de evadir.

—¿Cuántos sobrevivieron?—.

Los labios de Mauricio temblaban, pero, nada salía de su garganta aunque tratara, no hasta que se forzó a darse la vuelta hacia el héroe en camilla.

—Héroe, eso es un tema del que me gustaría informarle cuando su estado de salud sea óptimo—.

Tiago, cómo pudo debido a su estado físico, intentó sentarse en la camilla para poder observar mejor el rostro del oficial.

—Por favor, necesito saber qué les ocurrió—.

Mauricio guardó unos segundos de silencio antes de exhalar, acercándose una vez más al héroe.

—Todos fueron trasladados al hospital más cercano para tratar sus heridas. Muchos de ellos pudieron irse a sus hogares esa misma luego de recibir la atención necesaria, otros tuvieron que quedarse por un poco más de tiempo—.

El oficial esperaba que esa respuesta fuera suficiente para Tiago, a pesar de los constantes recordatorios de su mente que aquello era mentira.

—Mauricio, usted sabe a qué me refiero...—.

«Claro que lo sé».

—En el parque encontramos un total de treinta y dos adultos y...nueve niños muertos— calló por el tiempo en que notó a Tiago cerrar sus ojos y echar su cabeza hacia atrás. —En la bodega con ustedes había un total de ciento once personas...de las cuáles seis fallecieron por la cercanía qué tenían con la explosión, y cuatro murieron de camino al hospital debido a la gravedad de sus heridas..—.

La Consciencia de la SangreWhere stories live. Discover now