Capítulo diecinueve

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"¿Cómo puedes conservar tu fe luego de todo esto?"


Era imposible que perdiera la cuenta de los días transcurridos luego de aquel suceso.

Trece días.

Todavía podía sentir los escalofríos taladrando sus huesos

Trece días desde que Phantom Wolf lo visitó.

Su cuerpo aún revivía aquellos terroríficos momentos en los que su vida dependió de sus palabras.

Trece días en los que no podía salir de su hogar sin voltear cada pocos segundos para cerciorarse que nadie lo seguía.

Sus músculos petrificados, su boca seca, las frenéticas pulsaciones concentradas en su estómago apunto de vaciar el poco contenido que tenía...la desesperanza...

Tiempo en el que su mente no dejaba de repetir las palabras del vigilante y ahogarse en ellas. A cada segundo, cada instante, dándole vueltas y vueltas.

Su cerebro no hacía más que enfocarse en eso, en hallar el significado y desenmarañar el propósito oculto tras ellas.

¿Qué exactamente quería Phantom Wolf de él, qué planeaba hacer con él, por qué él entre millones de personas con mejores posiciones sociales y genéticas que él, por qué...por qué...?

Y en todas las posibilidades que podía pensar, cada una llegaba a la misma conclusión.

No tenía ni idea, no conocía al vigilante en lo absoluto y mucho menos cómo trabajaba su mente. Apenas y lo había visto una vez antes de aquella visita, y no es como que eso lo ayudó a entenderlo para saber a qué se enfrentaba.

Porque no fue así, quedó en la misma situación.

Con la diferencia de que todo se había vuelto personal. El mayor asesino de héroes de la historia se metió en su casa y le dijo, en pocas palabras, que en un futuro muy próximo lo necesitaría, y él no tenía voz ni voto para negarse.

¿Para qué lo necesitaría, qué tiene él que a Phantom Wolf le sirve...?

No lo entendía, apenas y tenía derecho a educarse mínimamente como humano puro, no tenía dinero, particularidades, algún familiar influyente, habilidad especial...no tenía nada de relevancia aparte de sus queridos amigos y familia por los que daría la vida, solo su inquebrantable voluntad de salir adelante y mantener a raya esa insaciable sed de venganza.

Sed que no hacía más que crecer cada segundo, cada minuto, cada vez que veía las noticias y salía de su hogar para enfrentarse al mundo dominado por demonios imitando a misericordiosos humanos.

Tantas palabras vacías, condenas disfrazadas de promesas, corderos criados en campo de cazadores que los conducen sutilmente al matadero, dirigentes sin remordimiento que se lucran de las lágrimas del resto...lo enfermaba. Toda la situación le enfermaba

Sin embargo, debía controlar esa sed, esa que lo intentaba convencer de congelar su corazón y apagar su raciocinio para tomar cartas en el asunto sin importarle las consecuencias. En su posición actual no tenía los medios, contactos, experiencia y mucho menos economía para hacer lo que quería, lo que sus impulsos demandaban luego de toda la injusticia y racismo en el que vivía, en el que ellos adoctrinaron a la población general a tratarlos como humanos puros solo por no cumplir con la cadena que ellos quieren.

Después de toda aquella segregación, estratificación social que lo mantenía en la clase más pobre pese a los inhumanos esfuerzos por salir de ella, el incumplimiento de sus derechos humanos más básicos, crueldades a los que eran sometidos sin misericordia solo por no cumplir con los estándares de una sociedad pecadora de riquezas superfluas pintadas como honores. Luego de ello...

La Consciencia de la SangreWhere stories live. Discover now