Capítulo veintisiete parte 2

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En poco tiempo, y con ayuda de todos, la comida fue dejada y distribuida sobre la mesa.

Comida árabe por parte de Yohan, sopas de mariscos y algunos refrescos como cortesía de Yolanda, y una amplia variedad de asados y salsas como adición de William. Con el tiempo de visita limitado y el hambre creciendo entre los presentes por cada segundo que transcurría, entrenadores y pupilos se ubicaron a lo largo de la mesa y se dispusieron a comer.

Ensimismados con la exquisitez de los sabores frescos y ahumados, la agradable calidez de las sopas, el refrescante trago azucarado y gaseoso de los refrescos, y de la variedad que experimentaban los paladares al mismo tiempo, fue necesario más de treinta minutos para que alguno de los reunidos hablara.

—¿Y...haz logrado descubrir dónde está escondido Ernesto, Yohan?— la única fémina cuestionó a su hermano mayor, terminando con su última porción de cordero a las brasas.

Sin ganas de interrumpir la conversación en curso, los adolescentes se limitaron a mantener la boca cerrada. Por su propio bien.

—No— las palabras del ex vigilante salieron irritadas de sus labios, cargadas de una palpable frustración que acompañó con un ruedo de ojos y un pesado suspiro. —La muy reencarnación de la maldita peste negra de la mierda sabe cómo ocultarse— declaró, cortando con notable fuerza y apuro su ternera y llevándosela a la boca. —Y su rastro también. No he podido localizarlo desde que escapó durante mi golpe—.

—Es raro que ni siquiera tengas una idea de en dónde puede estar ahorita, cuando en todo momento le seguiste los pasos como una puta sombra desde que tienes 25 años, hermano— William comentó tomando agua, observando los ojos del mayor entrecerrarse del enojo. —¿Qué cambió esta vez?—.

—El hecho de que no sé dónde tiene su maldito laboratorio—.

Cameron, incapaz de soportar por más tiempo el picor en su lengua, se inclinó ligeramente hacia Brayan para susurrarle:

—¿Ese fulano no era el que se encargaba de que los héroes "cumplieran" con las leyes y un "código de ética" más podrido que los sentimientos de mi padre?—.

Inclinándose hacia el castaño de la misma forma, Brayan contestó:

—Sí, el ex director de La Comisión de Regularización de la Conducta Heróica—.

—Ese mismo coño. ¿Por qué Yohan le tiene tanto odio? O sea, más que merecido lo tiene, eso lo sabemos todos, pero, ¿por qué exactamente?—.

Brayan apretó los labios.

—Eso aún no lo sé—.

—...la única razón por la cual robé los tres documentos de aquella jodida agencia de héroes, es justamente porque hablaban sobre el laboratorio y sus mierdas, y eso lo supe porque le estaba siguiendo el rastro a la doble cara de la difunta Amelia como un desquiciado— Yohan siguió hablando. —Me enteré que los dejó ahí deliberadamente para venderselos a yo no sé quiénes por una millonada, un grupo de mal nacidos ahí que no me interesan, y los intercepté. Me los llevé antes de que ese grupo de los cojones pudiera hacerlo y aquí los tengo todavía. Sin embargo, no me sirvieron de mucho—.

—¿Y eso por qué?— Yolanda indagó y, cómo respuesta, Yohan volvió a rodar los ojos dando un trago a su cerveza.

—Los documentos contenían una lista de todos los nombres y antecedentes del personal que Ernesto contrató para trabajar en el laboratorio, los planos estructurales del mismo, algunas copias de facturas de equipos de investigación y dos copias de un contrato con una "Iglesia Liberalista de la Santísima Redención y Renacimiento" por un motivo que fue tachado—.

La Consciencia de la SangreМесто, где живут истории. Откройте их для себя