Capítulo diecisiete

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"Deberías estar agradecido conmigo, ¡TODOS DEBERÍAN ESTARLO! ¡ES POR MÍ QUE TIENEN UN TECHO SOBRE SUS CABEZAS Y COMIDA EN SUS MESAS SIN QUE LA INUTILIDAD DE SUS PARTICULARIDADES LES AFECTE! ¡ES POR MÍ QUE TODAS SUS PATÉTICAS EXISTENCIAS TIENEN UN PROPÓSITO EN ESTE PLANETA Y TODAS SUS VIDAS SON ÚTILES PARA LA GRAN REFORMA MUNDIAL!"

El sol naciente en el alba de los oscuros cielos declaraba, con su salida, el inicio de un nuevo día lleno de grandezas y bendiciones a quiénes supieran aprovecharlo.

Y los ojos decidieron que tenían suficiente.

La poderosa luz natural, que con sus rayos ultravioleta iluminaba las magníficas y poderosas empresas y torres de avanzada tecnología revolucionaria que caracterizaba el moderno país a un paso del futuro, no dejaba nada entre cielo y tierra que no pudiera ser revelado. Los lujosos edificios del gobierno, las ostentosas mansiones de los más ricos, los cuarteles de la justicia, las cortes de poder unánime sobre las santas leyes que rigen a su población, las alcantarillas dónde las aguas contaminadas con las pestes que las personas querían deshacerse eran desechadas a ocultas de cualquier ojo curioso...pero no para la verdad.

No para los ojos que, para sobrevivir en el voraz mundo en el que nacieron, se adueñaron de las sombras en las que las personas dicen sentir comodidad, y con ellas a su disposición, estar cerca de quiénes dicen no tener miedo de la luz.

Convertirse en el reflejo de los altos dirigentes.

Seguir los pasos de quiénes sirven a la luz y juran devoción a la vida.

Obtener la verdad entre capas de mentes lavadas por un manipulador sistema que necesita sus conciencias dormidas e ignorantes de la realidad...

Se volvieron los mayores espectadores, y a la vez, los más grandes acechadores de los mentirosos vestidos con trajes de honestos empresarios y con lenguas de profetas del bien común que gobernaban en la cadena. Aquellos que promocionan productos y realizan cálculos para la creación de edificios de protección, aquellos que hablan benévolos frente a las cámaras y con su carisma captan la atención del ciego para seducir sus oídos con las mismas palabras que la codiciosa oscuridad de sus espíritus busca escuchar.

No necesitaban volverse sus más grandes terrores o sus peores pesadillas para tenerlos donde querían; solo requerían mantenerse cerca de las periferias de sus miradas para hacer notar su presencia, convivir cerca de sus sombras y las de sus allegados para demostrar lo mucho que podían acercarse, y cómo cereza del pastel, respirar en sus oídos para dejar en claro sus intenciones. Actuar no era prioritario en ellos cuando sus objetivos sudaban de solo ver el sello de su grupo en los espacios que juraban eran seguros e impenetrables.

Los ojos están en todos lados, callados e invisibles de la vista común, pero perpetuamente presentes en las esquinas menos esperadas, y con ello, el mayor peligro inminente considerado por los estafadores de cuello blanco.

A los que atacarían ese día.

Su decisión residía en la precaria situación que toda la población vivía y era disfrazada con máscaras de revolución.

Su impulso residía en la rabia acumulada de su gente y en la frustración agonizante del resto de personas.

Sus actos...podrían no tener perdón ni comprensión de nadie que no fuera parte de aquellos cuyos ojos permanecían abiertos al verdadero mundo y sus sucesos, a aquellos que no se tragaban las mentiras y podían ver más allá de los hechos convencionales que los altos mandos querían hacer creer con tanta desesperación.

La Consciencia de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora