Capítulo veintitrés

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"Dicen que los ojos son la ventana del alma, que a través de ellos tú puedes ver el interior de las personas y sus intenciones. Pero, ¿sabes qué veo a través de tus ojos? Nada. Tú no tienes alma. Eres una abominación para la humanidad"

—Señorita Georgina, usted lleva siendo jefa de seguridad de La Comisión por trece años consecutivos, ¿es eso cierto?—.

—Así es—.

—Sin sanciones, suspensiones ni quejas de ningún tipo sobre su desempeño durante todo ese tiempo...—.

Georgina sonrió.

—He dedicado mi vida entera a servirle a La Comisión para el cuidado de nuestros héroes y, a través de ellos, el de las personas. Somos la primera línea de defensa ante el peligro físico que puede perjudicar a la población, de nuestras decisiones dependen miles de millones de vidas, niños, niñas y adultos de todas las edades. Un error puede acabar con todos ellos en un parpadeo, por eso, mi trabajo no puede tener ninguna clase de fallas—.

Nicolás la señaló con escepticismo.

—Si su trabajo requiere ese nivel de cuidado, ¿cómo es que no fue capaz de notar las intenciones de Ernesto y la dirección de sus decisiones?—.

—Ernesto siempre fue muy reservado y callado en su vida personal y laboral, nunca actuó de forma extraña delante de nosotros y tomó cada una de sus decisiones con raciocinio y rectitud. Bueno, al menos eso fue lo que nos hizo creer a todos—.

—Señorita Georgina, testigos e informes nos revelaron que usted y el ex director Ernesto pasaban mucho tiempo juntos por "la naturaleza y correlación de sus trabajos", por ende, usted es quien mejor lo conoce, con quién tuvo más contacto y reuniones compartidas a lo largo de sus trece años de servicio para La Comisión. ¿Y, aún así, durante todo ese tiempo nunca sospechó de él? ¿Jamás cuestionó sus pensamientos, reglas, "descansos" abruptos, nada? Es difícil de creer—.

—Bueno, la verdad algunas veces es difícil de digerir, sobre todo para aquellas personas que nunca estuvieron presentes durante los sucesos para comprender con exactitud lo que ocurrió—.

Abraham apretó sus manos en dolorosos puños.

—¿Sugiere que no sabemos nada?— la paciencia de Nicolás comenzaba a agotarse. —¿Qué no tenemos evidencias sólidas de todo lo que ustedes han hecho tras bastidores del ojo público? ¿Qué no sabemos sobre la culpabilidad de cada uno de ustedes?—.

—¿Culpabilidad? ¿Evidencias?— Georgina no contuvo su risa. —¿Los archivos subidos a la nube por Phantom Wolf? ¿Esas son sus evidencias? Por favor, agente Nicolás, piense con coherencia por un momento— la peli lava ladeó su cabeza, negando con lentitud. —¿Por qué están decidiendo creer en la palabra y "pruebas" de un vigilante terrorista y asesino en masa de nuestros héroes, hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas, padres, tíos, antes que nosotros? ¿Si acaso comprobaron la veracidad de los supuestos documentos legítimos? ¿De verdad están haciendo esto? Además, ¿de qué culpabilidad está hablando usted? ¿De qué se me acusa exactamente?—.

—Creo que usted lo sabe muy bien, señorita Georgina—.

—No, no lo sé, agente Nicolás, ¿gusta explicarme, por favor?—.

—Muchos gerentes, trabajadores de La Comisión y el mismo Ernesto, huyeron el mismo día que la información fue filtrada. Si fueran tan honestos como usted jura, ¿por qué escapar en vez de quedarse y desmentir las acusaciones y "pruebas" del vigilante en sus contras? ¿Por qué tomar esa decisión sin dar explicaciones? ¿Por qué los abandonarían a ustedes para cargar solos con el peso de sus crímenes y condenas, a menos que todos por igual estuvieran implicados? Al menos que...algunos no pudieron irse a tiempo, o estaban atados a responsabilidades previas que les impidieron hacerlo—.

La Consciencia de la SangreNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ