Capítulo veintiuno

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"¿Cómo te atreves a decir que esto es por el bien de la humanidad, si tú no sabes qué es lo que necesitamos?"

La inestabilidad de las telecomunicaciones retrasó la publicación de la reciente noticia.

El estupor de la población les impidió percatarse del peligro a su alrededor.

La escasez de oficiales y héroes disponibles trajeron desprotección a las calles.

Provocaron que las primeras horas fueran las más complicadas de sobrevivir.

Cuando las personas vieron a los presos corriendo por las carreteras y activando sus particularidades a diestra y siniestra, los edificios ya caían sobre sus cabezas.

Los niños corrieron lo más rápido que pudieron según lo que sus padres les dijeron, solo para escuchar la conmoción a sus espaldas y voltear a ver las extremidades de quiénes alguna vez fueron sus progenitores, aplastados bajo los escombros de condominios y grandes empresas.

La sangre salpicó por todo el pavimento y en los zapatos de los más cercanos, quiénes se encontraban perplejos y anonadados, incapacitados casi en su totalidad de reaccionar y pensar con claridad entre tantos cadáveres cayendo a sus costados, víctimas injustas de sádicos criminales sedientos de sufrimiento y hambrientos de caos.

—¡Corran todos los que puedan hacerlo y busquen refugio lejos de aquí! ¡No miren atrás!—.

Los presos activaron sus particularidades para hacer temblar la tierra y dificultar el escape de los civiles, rayos láser para romper todo lo que alcanzaran y herirlos, agua para retrasar a los más veloces, gas tóxico con la intención de hacerlos retorcerse por la asfixia inminente, y otras más cuyo propósito era la absoluta devastación.

Aquellos que no salieron de sus hogares fueron quienes más oportunidades tuvieron de sobrevivir las primeras horas de la guerra, logrando cubrir las ventanas con oscuras persianas, apagando las luces disimulando la existencia de vida en el interior, y cerrando las puertas con lo que estuviera a disposición. Sus probabilidades aumentaron, pese a ello, no impidió que algunos presos entraran por la fuerza y tomaran a los refugiados dentro como rehenes, o peor.

No obstante, sin importar cuán arduos fueron sus esfuerzos para mantenerse a salvo y permanecer ocultos hasta que fuera prudente volver a salir, ningún intento resultó victorioso, no hubo medida de seguridad que pudieran emplear para protegerlos en tan corto tiempo, en medio de criminales que atacaban todo lo que hiciera el más mínimo ruido.

Como si Phantom Wolf hubiera liberado a salvajes lobos hambrientos.

Les había dado luz verde para aniquilar sin distinguir a los inocentes de los culpables.

¿Por qué no escuchaste antes?

De liderar una guerra en dónde no existían los bandos.

¿Por qué dejaste a tus oídos ser seducidos por palabras malditas?

Solo la miseria como objetivo.

¿Crees que echarle la culpa a terceros reducirá tu condena?

Y todos pagarían sin misericordia de sus excusas.

La Consciencia de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora