7. Academia Mágica Beaxbatons

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Aurora pensó que el castillo de Beauxbatons era más bonito de lo esperaba

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Aurora pensó que el castillo de Beauxbatons era más bonito de lo esperaba. Era como un verdadero castillo de princesas con altas torres con banderines y de piedra blanca.

Su carruaje paró en la puerta y despidió a los unicornios con una sonrisa mientras estos se alejaban. Se dirigió a la puerta impresionada por la arquitectura mientras bajaban sus maletas. El otoño le daba al castillo un aspecto sereno.

En la puerta, había una mujer muy, muy alta con el cabello corto y vestida con plumas, junto a otra mujer más joven; rubia y pálida.

Segniorita Augoga Potteg —dijo la mujer alta, la directora Olympe Maxime—. Bienvenida a la Acadrmia Mágica Beauxbatons. Espego que todo sea de su agrado.

—Es un placer conocerlas.

Te pgesento a tu nueva pgofesoga de Histogia de la Magia: Apolline Delacourt.

—Un placer, profesora Delacourt.

—Un gusto en conosegte, queguida.  Esta noche haguemos tu selección y te asignaguemos un cuagto —explicó su profesora.

Maxime y Delacourt le mostraron a Aurora todo el castillo. Desde las clases hasta dónde estaba dirección y orientación. Le hablaron de la historia de sus tres fundadores y de las tres casas que había en la academia.

—Desidimos asignagte un tutog paga que te muestge más a fondo cómo son las clases de aquí —explicó Apolline—. Con suegte, estaguéis en la misma casa: Doué.

Aquella noche, le dieron a Aurora un uniforme para presentarse a la cena. Se anunció su llegada en todo el comedor y todos los alumnos franceses se notaba curiosos.

Aurora cruzó el umbral de la puerta y todos la miraron como una novia que caminaba hacia el altar. En un principio, Aurora tuvo aquel divertido pensamiento porque todos la veían así, pero se fijó luego en que había un chico junto a Apolline y Maxime que no debía tener muchos más años que ella.

Era guapo, muy guapo. Tenía el cabello rubio y peinado, el rostro poco bronceado y los ojos castaño miel. Era unos centímetros más alto que ella y debía tener unos catorce años. Vestía con un traje azul celeste, su uniforme.

Aurora llegó a la mesa del profesorado y vio cómo la profesora Delacourt le pasaba a Maxime una elegante varita. La directora se la puso a Aurora en las manos y ella la sostuvo.

De un momento a otro, una estela morada salió de la varita.

Maxime recogió la varita y anunció:

—¡Doué!

El muchacho rubio llamó la atención de Aurora y le señaló la mesa de la derecha.

—Vamos, sígueme —pidió en un perfecto inglés.

Aurora siguió al chico hasta la mesa y se sentó a su lado.

—Bienvenida a Beauxbatons. Soy Edward Delacourt —se presentó.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora