29. Estalla la Guerra Mágica

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El nuevo curso había comenzado y Aurora se sentía vacía sin los Merodeadores

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El nuevo curso había comenzado y Aurora se sentía vacía sin los Merodeadores. Solo le quedaba el mapa y una habitación doble que ya no compartía con nadie, por lo que Regulus a veces se pasaba por ahí.

Pasaba los fines de Hogsmeade con Edward de un lado a otro y Reggie se les sumaba a veces, así que los dos muchachos habían acabado haciendo buenas migas.

Aún así, cada vez que le daba un arrebato de nostalgia, solo debía salir y convertirse en mariposa para volar hasta el Prado Clandestino. Ahí miraba el cielo. Le gustaba especialmente cuando estaba teñido de rojos y naranjas. También pasaba algunas noches mirando las estrellas o salía a volar con su cetro de luz.

Ya no dudaba en pasar las vacaciones de Navidad en casa para estar con su familia. Recibía y enviaba cartas a sus amigos a cada que podía. Mayormente las recibía, puesto que tenía muchos amigos en las afueras y ella tenía bastante menos tiempo para escribir.

Lily era la que más insistía con los TIMOS, que ella tendría que aprobar ese año. No estaba para nada nerviosa. Sus compañeros metían mucho miedo, pero Lily le aseguró que era más el estar segura de sí misma y estudiar lo necesario que matarse estudiando meses antes por terror a un examen.

Aurora se equivocaba: Dumbledore había conseguido que estuviese unida a la Orden aunque estuviera separada de los demás. Regulus y ella tenían un plan bastante difícil para ayudar: necesitaban equilibrar de nuevo a su topo. Y sabían cómo hacerlo.

Regulus y Aurora estaban frente a la espeluznante Mansión Riddle. Regulus estaba preocupado puesto que era su amiga la que iba a ponerse en situación de peligro.

—No estoy convencido del todo —le dijo.

—Regulus, por favor —insistió ella—. He entrenado, lo tengo dominado. Solo quieren espectáculo, y nosotros le daremos espectáculo.

—¿Has oído hablar alguna vez de los saltos mortales? Bueno, pues ese tipo de saltos son los que están en ¡nuestro espectáculo!

—Reggie, yo confié en ti en su momento. Ahora necesito yo tu confianza y apoyo.

El muchacho suspiró.

—Dale con todo.

•••

Una chica de la mesa se levantó con una expresión llena de odio. La chica que se levantó era Sabina, que miraba con rencor hacia la puerta.

—¡Ahí lo tenéis, mi señor! —señaló—. ¡El traidor!

Regulus se mostró neutro mientras avanzaba.

—Joven Black —siseó el hombre—. ¿Cómo osas presentarte aquí después de traicionarnos?

—Comprendo su acusación, mi Lord —dijo Regulus con semblante serio—. Para demostraron mi honor e inocencia ante ello, os traigo un valioso obsequio.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora