10. Un baile sin motivos

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Edward y Aurora se encontraban en el despacho del director Dumbledore

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Edward y Aurora se encontraban en el despacho del director Dumbledore. Ambos habían pedido verle aquel frío mes de noviembre.

—Resulta raro que quieran hablar conmigo —dijo el anciano—. Díganme, ¿en qué puedo ayudarles?

—Verá, profesor —dijo Aurora—. Durante mi estancia en Beauxbatons, una profesora (la cual es prima de Edward) nos estuvo enseñando fotos antiguas de viejísimos anuarios de la escuela. Nos explicó algo sobre el Torneo de los Tres Magos. Nos dijo que hacían un grandioso baile de Navidad. Había vestidos largos y hermosos, música ¡y baile!

—A lo que quisiéramos llegar, profesor —continuó Edward— es que, aunque no haya Torneo, podíamos celebrar un baile de Navidad. Habría más gente y sería divertido. Nosotros nos ocuparíamos de la preparación y todo el decorado y música y... ¡todo!

—Profesor, por favor, sería muy divertido y dinámico —rogó Aurora—. Por favor, profesor, denos una oportunidad.

—Bueno... —tosió Dumbledore—. Lo consultaré con los Jefes de casa y...

—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! —los dos comenzaron a saltar emocionados.

—Pero no le digan nada a nadie para no causar revuelo.

—Sí, señor. Gracias, señor —sonrió Aurora.

•••

Sirius no quería levantarse de la cama. Odiaba su cumpleaños. Y aquel era el número dieciséis. Se suponía que los dieciséis era uno de los más importantes. Pero él lo aborrecía. Sus amigos lo sabían, por lo que lo dejaron aquel sábado tranquilo y solo.

Estaba aburrido, sin levantar su cuerpo de la cama. Entonces, llamaron a la puerta.

—¡He dicho que no quiero nada! —gritó.

-—Sirius, soy Aurora. ¿Puedo pasar?

Sirius se sorprendió tanto que se cayó de la cama.

—¿Sirius? ¿Va todo bien?

—¡Sí...! ¡Pasa!

Sirius se levantó y ella pasó.

—No fuiste a desayunar, así que te traje esto —puso en la mesilla de noche una pila de tortitas con una cara hecha, en la de arriba del todo, a base de chocolates y fresas—. Fui a las cocinas y se la pedí a los elfos para ti.

El corazón de Sirius comenzó a latir demasiado deprisa, mirando la tortita pasmado.

—Yo... gracias.

Y mira. Se sentó en la cama de enfrente y sacó dos velas.

—Sé que no te ilusionas especialmente cuando llega el 3 de noviembre —sonrió con sus hoyuelos marcados—. Pero creo que todos deben pedir un deseo en su cumpleaños y comer todo lo que quieran.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Where stories live. Discover now