51. Reencuentro

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Era él

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Era él. Era real. Le estaba mirando. Estaba sonriendo. Estaba frente a ella, sucio y vestido con andrajos, pero estaba. Estaba él, sus ojos azulados, su sonrisa endiablada, su cabello desordenado... simplemente, estaba.

Aurora sentía que sus piernas le fallaban. Antes siquiera de pensar en caer, se lanzó a sus brazos, corriendo todo lo rápido que pudo hasta él. Rodeó su cuello aferrándose a él con toda su fuerza, hundiendo la cara en su cuello, con olor a lluvia y pino. Sirius escondió una de sus manos en su cabello y con la otra le rodeó la espalda.

—Te he echado de menos... —le susurró al oído.

—No he dejado de pensar en este momento en los últimos doce años. Doce terribles y angustiosos años... —dijo Aurora conmovido.

—¡VIVAN LOS NOVIOS!

Aurora se separó un poco de Sirius y miró a su espalda con una mueca. Por un momento, pensó que había sido Regulus dando por culo, pero no fue así. A su espalda había tres figuras. Tres de los cuatro descerebrados. Aurora se soltó de Sirius y los cogió a los tres del brazo.

Todos los miraban sorprendidos, menos los Cazadores. Regulus se tapaba la cara con una mano intentando ahorrarse la vergüenza. Edward y Marlene actuaban como si no los conociesen y Aurora los miraba furiosa.

—Sé que fue mala idea dejar a cuatro descerebrados de trece años solos en una casa en la otra punta del país llena de armas, pociones, mapas, información confidencial, objetos mágicos y alcohol —admitió—, pero no pensaba que tres de esos inmaduros e irresponsables descerebrados fuesen a venir a un lugar que tienen terminantemente prohibido en una situación peligrosa. ¡Cuando yo dije que era peligroso!

Mattheo la miró aterrado. Tom lo abrazó lloriqueando y Sereia se cruzó de brazos.

—Fue culpa de Hillary... —dijo Tom—. Ella quiso venir cuando tenía tu confianza pero no tu supervisión.

—Intentaré adivinar, ¿fue por Draco? —Aurora se puso tensa. Ya tenían casi catorce años, no ocho. El amor ya no era una tontería para ellos.

—Si te digo que sí —musitó Mattheo—, ¿Te enfadarás?

—No, solo te asesinaré.

—Alto, alto, alto, alto —interrumpió Harry en voz alta y notable—. ¿Por qué Hillary ha venido desde Manchester para ver a Malfoy?

—Porque Malfoy es tu cuñado —contestó Sereia, tirándose tranquilamente sobre la hierba.

—¿DISCULPA? —chilló Harry.

—¿Quién es Hillary? —preguntó Hermione.

Aurora solo tenía el rostro descompuesto.

—¡Aurora! —gritó Sirius.

Le señaló el cielo. Se veía la luna llena. Remus se quedó petrificado: no se había tomado la poción esa noche. Sirius corrió hacia él. Aurora miró hacia el árbol, hacia el sauce boxeador. Peter Pettigrew, el causante de la muerte de James y Lily, cogió una varita y, antes de que ella o cualquiera pudiese reaccionar, se convirtió en una asquerosa rata y huyó.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Where stories live. Discover now