43. Familia disfuncional

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El último Mortífago de la noche de los Cazadores

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El último Mortífago de la noche de los Cazadores. Uno menos. Desgraciadamente, no eran Sabina ni Jacob Maddox. No solo perseguían a esos dos cabrones específicamente, sino también a otros como Julia Harper, Viktoria Keane, Luke Walker o Morgan Cristelya.

Aurora se dejó caer derrotada en el sofá. Regulus le pasó una lata de cerveza fría. Se sentó junto a ella y hablaron de todos los Mortífagos que habían atrapado la noche anterior. Marlene y Edward se dirigieron al Norte de la ciudad y ellos dos fueron al Sur. Durante mucho tiempo, habían estado siguiendo a los Mortífagos, así que ya iban aprendiendo en qué parte de la ciudad estaban y cuando.

—¿Y bien? —preguntó Edward—.¿Cuál es el plan para hoy? Estoy un poco cansado, pero creo que deberíamos empezar a divertirnos un poco.

—Ed, los Cazadores de Mortífagos no salimos a perrear en discotecas como los muggles quinceañeros —dijo Regg—. Tenemos quehaceres mucho más importantes.

—Ajá, sí, claro —se mofó el francés—. Yo pensaba que los proscritos, justicieros y cazarrecompensas se divertían también. De haber sabido que me pasaría la siguiente década en estas circunstancias, jamás le habría propuesto a Aurora que nos fuéramos a asesinar murciélagos.

—Mortífagos —corrigió Marlene—. Si en esta década hubieses puesto atención en algo, sabrías qué diferencias hay entre Mortífagos y murciélagos.

—Bah —soltó Edward—. Es lo mismo: son negros chillan mucho y son difíciles de espantar.

Aurora no pudo evitar reír ante su lógica. La cerveza se le salió por la nariz y Regulus estalló en carcajadas.

—¿Ves, Marlee? —se volvió a burlar Edward—. Si nuestra jefa le encuentra la gracia es que la tiene. Se tenía que decir y se dijo.

Marlene rodó los ojos y soltó un gran suspiro. Cuando Aurora terminó de echar toda la cerveza que le quedaba en su sistema y terminó de beber la que le quedaba, tiró la lata y fue directa a mirar el correo. Había bastantes cartas. Publicidad, recibos... Pero había una en especial. Era de Petunia Drusley.

Entró con las cartas en la mano y se retiró a su cuarto a leerlas detenidamente. Se sentó en su escritorio. Buscó por todos y cada uno de los cajones. Todo estaba abarrotado por mapas, registros, libretas y armas pequeñas. Al fin encontró el abrecartas.

Querida Aurora:

Hoy ha llegado la carta de Hogwarts para Harry. Sabía que llegaría este momento puesto que era hijo de mi hermana, una bruja. Sin embargo, Hillary no ha recibido ninguna carta. Tal como dijiste, nadie sabe que en verdad sobrevivió.

No tengo intención ninguna de llevarlo a esa escuela. El chico no sabe absolutamente nada, y no seré yo quien se lo diga. Pero Hillary sabe mucho; demasiado en verdad. Si todo ese raro mundo en el que tú misma estás metida se entera de la verdad de la niña, sería un completo desastre; creo que estamos de acuerdo en que es demasiado peligrosa.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Where stories live. Discover now