46. Conociendo a los Cazadores

142 16 1
                                    

Aquella noche, el profesor Lupin revisaba trabajos intentando olvidar todo lo que pasaba en el exterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella noche, el profesor Lupin revisaba trabajos intentando olvidar todo lo que pasaba en el exterior. Hacía viento y las hojas de los árboles chocaban entre sí.

Oyó ruidos extraños desde la ventana. Se giró y no vio nada, pero la ventana estaba abierta. Se levantó a cerrarla y volvió a su sitio. Oyó de nuevo el ruido en la ventana. Se acercó a ver a través del cristal, pero no veía nada fuera de lo normal. Fue a sentarse frente al escritorio cuando algo pasó frente a él: una fugaz mariposa azul que se fue a la otra punta de la habitación.

Iba con una capa negra que le ocultaba el rostro. Remus solo veía sus labios, carnosos y rojos, curvarse en una sonrisa. De la comisura derecha, nacía su cicatriz.

—Me gustan tus cicatrices —le dijo la animaga con voz dulce. Se quitó la capa y lo miró triste—. ¿Te gusta a ti la mía?

Ya no era una niña, aunque no había perdido su belleza. Su cabello seguía ondulado y cayendo por su espalda y hombros. Sus ojos, los que nadie podía olvidar por su color azul eléctrico, brillaban con lágrimas. Su piel era más pálida de lo que recordaba, rasgada por su cicatriz derecha. Sus labios rojos que sonreían.

Aurora lo  miró con lágrimas en sus rosadas mejillas y se abalanzó sobre su viejo amigo. Remus la abrazó con todas sus fuerzas, también llorando de felicidad.

—Lo siento mucho, Lunático... —sollozó—. Yo quería quedarme contigo... No quería dejarte solo, pero... pero no quería... no quería dañarte.

—Tranquila, Mariposa, está bien, estoy aquí —le aseguró—. Sé que puedes estar asustada. Sé que también te has sentido sola. Ahora estoy aquí, Mariposa, tranquila.

—Te extrañé...

—Y yo, linda.

Hablaron del tiempo pasado. Aurora le contó como Sabina Maddox la había torturado dolorosamente y cómo perdió a su bebé. Le contó de todos lo años en los que había buscado a Hillary, la ahijada de Remus a la que todos creían muerta y que estaba entrenando para convertirse en la próxima Cazadora.

Aurora estaba desesperada buscando a Sirius. Remus le contó que sus alumnos se habían convertido en grandes fans suyos y ella le propuso que la presentara en clase. Sería una clase divertida en la que les explicaría a los niños cómo funciona su trabajo, la verdadera Defensa Contra Las Artes Oscuras.

Sería un día muy interesante; sobre todo para Draco Malfoy y Harry Potter.

•••

Aurora vio la idea de ir a la clase de Remus como una excusa creíble para ver a Harry de cerca una sola vez más. Se temía que, acercándose a él una sola vez más, no pudiese volver a alejarse. De no ser capaz de hacerlo.

Había protegido a Harry de lejos desde que era niño. Iba cada dos semanas a Prive Drive para asegurarse de que ningún Mortífago se acercaba a él. Lo redujo a unos cuantos días del mes porque a Regulus no le gustaba que estuviese noches sin dormir entre proteger a Harry y cacerías por todo el país; parecía más muerta que viva.

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora