8. Los bailarines de Francia

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La familia Potter estaba cenando tras haber recogido a Sirius y James en King Cross

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La familia Potter estaba cenando tras haber recogido a Sirius y James en King Cross. Ambos relataban los hechos más emocionantes de su curso (excluyendo el hecho de que habían logrado convertirse en animagos)

Pero, de todas las cosas que habían sucedido ese año, de lo que James más se enorgullecía era de que la hermosa Lily Evans era, oficialmente, su novia. Nadie podía quitarle a James la sonrisa de la cara. Estaba emocionado de que llegaran ella y sus amigos en pocos días.

Todo estaba tranquilo en la familiar casa de los Potter cuando llamaron a la puerta.

—No pueden ser los chicos, ¿verdad? —preguntó James.

—Iré a ver —dijo Sirius—. Seguro que solo es la típica broma de llamar y salir huyendo.

Sirius se levantó y fue hacia la puerta y abrió con decisión. Al hacerlo, la sangre huyó de su rostro y se quedó completamente blanco. Aurora Potter, aún con el uniforme de Beauxbatons, se encontraba ahí con todas sus maletas.

Parecía incluso más guapa. Su cabello rubio estaba perfectamente recogido por el listón cian. Su rostro de porcelana tenía mejillas rosadas y labios carnosos y brillantes. Sus ojos azul eléctrico seguían refulgiendo como la primera vez. Había crecido unos centímetros, pero no demasiado. Tal vez medía 1'57.

Aurora, por su parte, también se fijó en el gran cambio de Sirius. Estaba mucho más alto. Su pelo estaba más largo y revuelto. Sus cejas oscuras destacaban su iris gris y se le notaba mucho más musculoso.

—¿Sirius? ¿Va todo bien, tío? —James llegó y se paró en ver a su hermana—. ¿Aurora? —exclamó.

—Hola, James —dijo seria—. ¿Os vais a quitar de la puerta o qué?

Ambos se apartaron y Aurora fue metiendo maletas. James empezó a ayudarla, pero Aurora no dijo nada. Ni siquiera lo miró a los ojos.

—¡Aurora, cariño! —exclamó su padre, yendo a abrazarla. Ella no se mostró demasiado amistosa—. Hija, por favor, no te enfades con nosotros.

—Lo siento, pero me alejásteis de mis amigos y del chico que amaba.

—Aurora, ya hablamos de esto, lo hicimos por tu bien —repitió Euphemia.

—Realmente, prefiero caer por mí misma que esperar entre cuatro paredes por culpa de otros. Quiero darme cuenta de mis propios errores.

—Bueno, no quiero discutir —sonrió el señor Potter, invitando a Aurora a sentarse a su lado—. Háblanos de tu curso. ¿En qué casa de Beauxbatons has quedado?

—Doué —sonrió—. En donde se encuentran las mentes privilegiadas; que creen que con sabiduría se llega al poder. Su color es el morado y su emblema es un gran caballo. He aprendido tantas cosas...

—Pensamos que vendrías en Navidad —afirmó James.

—No, fui a la casa de un amigo. Su familia es muy grande y...

Aurora Potter: la última Merodeadora (reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora