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Los gritos de la princesa se escuchaban por todo rocadragón.

La princesa heredera; Rhaenyra Targaryen hija del rey Viserys estaba dando a luz, este era su cuarto parto. La princesa no era nueva en esto de la maternidad, sin embargo la parte menos esperada sin duda alguna era el alumbramiento.

Traer a un niño al mundo era algo hermoso pero eso no le quitaba lo doloroso.

—Solo un poco más su majestad, ya se ve la cabeza— ánimo el maestre a la joven princesa que luchaba por no cerrar los ojos.

Un último quejido se escuchó y todo quedó en silencio hasta que el llanto de un bebé resonó.

—Es una saludable princesita— notifico el maestre muy feliz dando la noticia a la heredera de los 7 reinos.

Las doncellas salieron rápidamente de la habitación para dar la buena noticia de que había nacido una hermosa niña, ahora tenían una nueva princesa.

El príncipe Daemon entro enseguida que las puertas de la habitación fueron abiertas y corrió hasta su esposa y su nueva hija.

—Tenemos una niña— Rhaenyra tenía una enorme sonrisa a pesar de su rostro exhausto.

Daemon sonrió con cariño antes de dar un beso en la frente de la princesa y pidió al maestre ver a su pequeña.

—¿Han elegido un nombre para la pequeña?— pregunto el maestre entregando a la bebé a sus padres.

Los príncipes Targaryen ya habían pensado en el nombre de su pequeña desde que supieron del embarazo de Rhaenyra. Era un nombre nuevo y lo eligieron por qué aquella pequeña era la muestra de que una nueva era iniciaba con su nacimiento.

—Si... su nombre será Rahera, porque se que ella marcara un nuevo comienzo— dijo Daemon con mucho orgullo y una sonrisa en sus labios mientras sostenía a su hija.

Daemon nunca se sintió como ahora, tenía 2 hijas más producto de su matrimonio con Laena Velaryon; cuando Rhaena y Baela nacieron, Daemon estaba muy feliz.

Sin embargo ahora que tenía a su bebé producto del amor que por años le había profesado a su sobrina; sentía una sensación completamente diferente.

—Rahera Targaryen mi pequeña princesita, nada te pasará a ti. Te protegeré aún que tenga que dar mi vida por ti mi pequeña dragona— las palabras de aquel a quien nombraban el príncipe canalla eran sinceras.

Rhaenyra solto algunas lágrimas, la escena era conmovedora. Nunca había visto a Daemon así, nunca creyó posible el hecho de que Daemon pudiera cuidar a alguien más que a él mismo sin embargo eso la puso muy contenta, ahora tenían a su dragona; una pequeña gota del amor que ambos se tenían y la protegerían a fuego y sangre.

𝐹𝐼𝑅𝐸, 𝐵𝐿𝑂𝑂𝐷 𝐴𝑁𝐷 𝑅𝐴𝐻𝐸𝑅𝐴 | Aemond Targaryen Where stories live. Discover now