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Rahera se encontraba fuera de las puertas del gran salón. Muy temprano su madre había ido a su habitación y le había ordenado ponerse un vestido rojo muy ajustado y con un escote amplio. Rahera no entendía para que sin embargo obedeció.

Llevaban un rato ahí y aún no se solicitaba la presencia de la princesa lo que la ponía muy nerviosa.

Un guardia salió para llamar a la princesa. Rahera muy nerviosa se dirigió a las enormes puertas y espero ser anunciada.

—Princesa Rahera de la casa Targaryen, cuarta hija de la princesa heredera y nieta del rey Viserys—

Rahera entró al gran salón bajo la mirada atenta de toda la corte, a pasos decididos camino hasta quedar frente al rey e hizo una reverencia.

—Mi adorada nieta, ven aquí pequeña— el rey Viserys quién ya estaba muy desgastado y parecía una momia ordenó a Rahera posarse a su lado frente al trono de hierro.

Rahe no entendía nada de lo que pasaba, cientos de lores estaban ahí y todos la miraban a ella; entonces un maestre saco un largo pergamino y ahí entendió todo.

Rahera estaba ahí para escuchar propuestas de matrimonio.

Todo de repente encajo, la carta del rey, la venida tan repentina y apresurada a la capital después de tanto tiempo, el enojo de su padre cuando ella se perdió y el vestido que ahora usaba.

Rahera estaba ahí para ser subastada y aún que entendía su deber ella estaba molesta ya que ni siquiera se le informo.

—Lores de todos los reinos, hoy estamos aquí para escuchar las propuestas de matrimonio hacia mi nieta. Maestre puede comenzar— El rey dio la orden y el maestre comenzó a llamar a los diferentes lores.

—Lord Cregan de la casa Stark, guardián del norte y señor de Winterfell— llamo el maestre.

Un caballero de rasgos endurecidos y ojos afilados camino hasta el centro del salón. Vestía ropas gruesas características de los norteños y sostenía el mango de una enorme espada.

—Mi rey, princesa. Hoy estoy aquí para suplicar el favor de la casa real y que me sea otorgada la mano de la princesa Rahera, se que el reino se favorecerá de esta alianza si los Stark y los Targaryen se unen por los lazos del matrimonio— Lord Stark se arrodilló y aguardo una respuesta.

—Gracias por su propuesta, mi Lord. Sin duda nuestras casas serían más fuertes juntas, le pido amablemente aguarde nuestra respuesta— Rahera podía ser tosca y ruda pero en situaciones formales ella sabía comportarse cómo una dama.

Las propuestas siguieron y siguieron. Varios lores se postularon, desde niños de 10 años hasta ancianos de 60 años. Todos querían la mano de la que llamaban "la hija de la heredera".

Dos largas horas estuvieron ahí escuchando propuestas, algunas eran muy buenas y convincentes y otras eran deplorables incluso llegando a ser inapropiadas. Solo unos cuantos más para que está horrible pesadilla acabará.

Rahera estaba guardando la compostura para evitar decapitar a los imbéciles que se atrevían si quiera a pedir su mano.

En estos momentos deseaba tener a "colmillo de dragón" a su lado para poder decapitar a todos estos imbéciles, lores iban y venían; su paciencia estaba llegando a su límite hasta que un nombre fue mencionado.

—Aemond de la casa Targaryen, segundo hijo varón y cuarto vástago del rey— El maestre anuncio y todos los presentes incluyendo a Rahera alzaron las cabezas.

Aemond se acercó a paso decidido hasta llegar frente al trono, dio una reverencia a su padre; el rey, y dedico una tranquilizadora sonrisa a su sobrina.

𝐹𝐼𝑅𝐸, 𝐵𝐿𝑂𝑂𝐷 𝐴𝑁𝐷 𝑅𝐴𝐻𝐸𝑅𝐴 | Aemond Targaryen Where stories live. Discover now