🅄🄽 🄱🄴🅂🄾

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Dos largas semanas habían transcurrido desde que Rahera llegó a la capital con sus padres y hermanos.

Durante estas dos semanas la pequeña princesita estuvo conviviendo con sus tíos, en especial con Aemond y Helaena.

Aemond la escoltaba a dónde quiera que ella fuera, jugaba con ella y por las tardes practicaban valiryo con Nyra y los chicos. Ambos se habían vuelto inseparables a pesar de llevarse 6 años de diferencia.

Por otro lado; Helaena había sido amable con ella y aún que casi no hablaban ella suponía que se llevaban bien.

Por supuesto que la reina Alicent no tardó en enterarse sobre la amistad entre su hijo y la hija de Rhaenyra. Esto la puso sumamente furiosa y trato de intervenir más sin embargo el rey Viserys le había prohibido interferir con la amistad de los pequeños, el rey conocía muy bien las intenciones de su esposa al querer prohibir a Aemond todo contacto con Rahera.

El día del nombre de los pequeños se acercaba. Era de noche y como se hizo costumbre entre ellos; ambos salían de sus habitaciones gracias a los pasadizos secretos y se reunían en una habitación vacía oculta entre los muros. Ellos la llamaban "la casa de Rahe y Mond".

-Entonces ¿También tienes un dragón?- Aemond estaba recargado en la pared y la pequeña Rahera se encontraba recostada en sus piernas mientras hablaba de su dragón.

-Así es, su nombre es Şeytan significa demonio. Fue uno de los últimos huevos que puso Vhagar-

-¿Dónde está Vhagar ahora?-

-Esta en roca dragón, desde que murió la tía Laena; no ha querido moverse de ahí. Pero escuché que planean traerla de regreso para que esté bajo el cuidado de los maestros en pozo dragón-

-Y ¿Cómo es tu dragón?- Aemond sentía curiosidad, el nunca había tenido uno y quería saber un poco más sobre ellos.

-ŞEYTAN es hermoso, sus escamas son negras con destellos azules como zafiros, a pesar de ser pequeño mi bebé ya es muy grande sin embargo aún no puedo montarlo, los maestres dijeron que tenía que esperar un año más pero dijeron que cuando alcanzará los diecisiete sería un dragón enorme incluso podría llegar a medir lo mismo que Balerion. Es por eso que lo dejo en libertad, un dragón crece más cuando es libre-

A Rahera le fascinaba hablar sobre su dragón, tu dragón es el reflejo de tu fuerza y ella quería ser alguien muy fuerte.

-Yo no tengo dragón. Mi huevo nunca eclosiono y por eso mis hermanos se burlan de mi, dicen que no soy un Targaryen- se notaba que a Aemond le dolía mucho ese tema y como no.

Los Targaryen representan su fuerza a través de sus dragones y si no tenías uno entonces no eras digno del apellido.

Los pequeños se quedaron en silencio sin saber que decir hasta que Rahe se levantó emocionada.

-¿Alguna vez montaste un dragón?. ¿Aún que fuese el de tus hermanos?-

-No, nunca me dejaron-

-Lo tengo, lo tengo. Mañana mis padres y hermanos iremos a volar antes del atardecer, ven con nosotros y podrás volar por primera vez en un dragón- la pequeña saltaba emocionada y sostenía la mano de su tío.

-Mmm no lo sé Rahe, creo que a tu papá no le agrado mucho además es un momento en familia y dudo que me quieran ahí o que pasa si me caigo ¿Quién me va a cuidar?- Mond mentiría si dijera que no quería pero el miedo y los nervios lo carcomía.

Su madre seguro lo mataría y aún que Nyra le permitiera jugar con Rahe; no estaba seguro de que lo dejara montar a alguno de sus dragones.

-𝑘𝑜𝑠𝑡𝑖𝑙𝑢𝑠 𝑚𝑜𝑛𝑑, 𝑝õ𝑠 𝑘𝑒𝑝𝑝𝑎 𝑎𝑧𝑎𝑛𝑡𝑦𝑠 𝑖𝑠𝑠𝑎 𝑙𝑦𝑘𝑖𝑟ī ¿𝑘𝑒𝑠𝑠𝑎?. (por favor Mond, mi padre es un soldado, tranquilo ¿Si?)- Rogó la pequeña con ojitos de cachorro y juntando sus manitas en señal de súplica.

-𝑘𝑒𝑠𝑠𝑎 Rhae 𝑘𝑒𝑠𝑠𝑎 (si Rahe, si)- Respondió resignado, por más que se esforzará Aemond no podía decirle que no a Rahe.

-𝑘𝑖𝑟𝑖𝑚𝑣𝑜𝑠𝑒 𝑣𝑎𝑙𝑧𝑦𝑟𝑦𝑠 (gracias esposo)-

-¡¿𝑉𝐴𝐿𝑍𝑌𝑅𝑌𝑆?! ¿De dónde sacaste eso?- Aemond palideció, Rahe lo acababa de llamar esposo y lo dijo como si nada.

-Madre dijo que un esposo era la persona que más querías en el mundo y a quien más querías proteger. Yo te quiero mucho tío Mond y no quiero que nada te pase, me gusta verte feliz y por eso eres mi esposo. Ohh si, mamá también dijo que a esa persona le podía llamar 𝑎𝑣𝑦 𝑗𝑜𝑟𝑟ā𝑒𝑙𝑎𝑛 (mi amor)-

La pequeña lo dijo tan inocentemente que Aemond no pudo evitar sonrojarse notoriamente. Su pequeña niña lo acababa de llamar "mi amor" y "esposo" en tan poco tiempo que sentía que se desmayaría.

-Rahe ¿De verdad me quieres mucho?- pregunto Aemond temiendo que fuera una broma.

-Si. Yo te quiero mucho, mucho tío Mond-

-Bueno que te parece si cuando estemos solos me llamas esposo y yo te llamo esposa porque también te quiero mucho Rahe- Aemond se sentía feliz, por primera vez sentía que tenía una persona especial en la cual confiar y querer.

-Siii. Mamá también dijo que los esposos se dan besos en la boca ¿Que es un beso tío?-

Rahera tenía 4 años, era una pequeña niña inocente que no entendía las palabras que decía y esto solo hacia que Aemond se sonrojara más y más.

-¡Rahera! No puedes ir preguntando eso a todo el castillo, es algo muy privado entre las parejas- Aemond se cubría con su mano tratando de ocultar el violento sonrojo.

-Lo siento tío Mond, yo solo tenía curiosidad- la pequeña agachó su cabecita como a un perrito que acababan de regañar y esto hizo sentir culpable al niño.

-Te mostraré lo que es pero prométeme que solo nos daremos un beso cuando estemos solos y no le puedes contar a nadie- Aemond no estaba seguro de lo que hacía, las palabras salían solas y había perdido por completo el razonamiento.

La pequeña peli plateada asintió feliz y cerró los ojos como le indico su tío para darle aquel "beso".

Aemond tomo una gran bocanada de aire y se abalanzó dulcemente sobre los labios de la pequeña. Ambos soltaron un brinquito al sentir el calor de los labios ajenos, era como un sueño.

"Los labios de Mond son muy suavecitos, quiero que me dé besos más seguido"

"Saben a fresas, son deliciosos"

Después de aquel piquito ambos se separaron y muy nerviosos no sabían que hacer. Se quedaron en silencio unos minutos hasta que la pequeña pidió otro beso y Aemond no pudo negarse; los minutos pasaban y más besos pedía la niña.

Después de lo que parecieron horas, ambos príncipes se retiraron a sus habitaciones con el corazón acelerado y la sensación del otro en sus labios.

𝐹𝐼𝑅𝐸, 𝐵𝐿𝑂𝑂𝐷 𝐴𝑁𝐷 𝑅𝐴𝐻𝐸𝑅𝐴 | Aemond Targaryen Where stories live. Discover now