Fría y deprimente... Era la descripción perfecta para aquella noche, la oscuridad asechaba cada rincón del palacio trayendo consigo al extraño.
Aquel de los 7 que tanto temen y ruegan nunca llegue, el extraño visito el castillo aquella noche llevándose consigo al rey Viserys.
Aquel pobre y desgastado hombre abrazo a la muerte y dio su último aliento pensando en su amada hija y ansiando reunirse con su amada Aemma.
Aquello pasaría a la historia, la noche en qué murió el rey Viserys Targaryen "el pacifico", primero con el nombre, rey de los andalos, los roynar y los primeros hombres, protector de la tierra y señor de los 7 reinos.
No pasó mucho antes de que la noticia llegará a oídos de la ahora reina viuda y la mano del rey.
Una criada corrió hasta los aposentos de la reina quien no mostró expresión alguna al escuchar la noticia, pidió ayuda para vestirse y fue rápidamente a la habitación de su padre.
—Viserys quería que Aegon fuera rey— profeso la reina.
Aquella que había jurado lealtad a Rhaenyra y le había deseado suerte en su reinado ahora mostraba su verdadera cara, sus intenciones: que Aegon fuera el rey.
La habitación quedó en silencio y Otto pareció cuestionar a su hija.
—Es la verdad, dicha por su propia boca. Sus últimas palabras para mí y soy la única que lo escucho y ahora está muerto— replicaba Alicent para convencer a su padre de que era la verdad.
Otto de inmediato convocó al consejo privado para notificar la muerte del rey y claramente que juraran su lealtad a Aegon.
Se intuye de inmediato lo que sucedió ahí.
Todo aquel que pudo tomo provecho de la situación, finalmente aquellos lores mostraban su verdadera forma, unas víboras traidoras que buscaban su beneficio siendo guiadas por dos horrendos sapos verdes en busca del poder y control de los 7 reinos.
Solo dos hombres de aquel consejo permanecieron fieles a la legítima reina Rhaenyra, lastimosamente eso les costó la vida. Lord Lyman y Lord comandante Westerling. Hombres valientes y leales, fueron en vida ciegamente fieles a la reina Rhaenyra y murieron siendo fieles a la misma.
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Aemond percibió el ajetreo desde temprano así que se encamino a buscar a su madre. No busco demasiado, Alicent se encontraba con Helaena.
—¿Qué sucede?— pregunto Aemond a su madre.
Alicent miro a su hijo con ojos llorosos, inmediatamente Aemond lo entendió.
