𝐹𝐼𝑅𝐸, 𝐵𝐿𝑂𝑂𝐷 𝐴𝑁𝐷 𝑅𝐴𝐻𝐸𝑅𝐴 | Aemond Targaryen

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Las enormes alas de Şeytan resonaban en el cielo.

La princesa Rhaenys apenas había sido notificada de la llegada tan inesperada de la hija de Rhaenyra.

Rhaenys y su nieta Baela; hija de Laena Velaryon y Daemon Targaryen. Ambas se encontraban en la entrada principal aguardando la llegada de la princesa Rahera.

—Es enorme, abuela— Baela miraba asombrada el enorme tamaño del dragón de su media hermana.

Şeytan descendió del cielo, piso fuertemente y dio un rugido con la intención de darse a notar; a ese dragón le encantaba llamar la atención al igual que su dueña, a Şeytan le gustaba darse a notar y se ponía de mal humor si pasaba desapercibido.

—𝐿𝑦𝑘𝑖𝑟ī Şeytan— Rahera dio una caricia a su dragón y este movió su cabeza feliz.

La princesa rápidamente se deslizó para bajar de su amigo alado.

—Princesa Rahera, su llegada fue repentina pero igual es un gusto tenerla aquí— la princesa Rhaenys siempre guardando las apariencias.

—Tambien fue repentino para mí, hace una hora me avisaron que tendría que volar hasta acá. Un gusto verla de nuevo, princesa Rhaenys— Rahe hizo un breve asentimiento con la cabeza.

—Hermana, que gusto tenerte aquí— Baela trato de abrazar a Rahera pero ella se alejo.

Rahe sacudió su hombro y dio una mala mirada a Baela— No estoy aquí para una visita social, Baela. Princesa Rhaenys, me gustaría hablar con usted a solas—

—Imagino que es muy importante lo que dirá princesa y mi nieta es lo suficientemente madura para participar en está conversación—

Rahera hizo una mala cara antes de asentir con la cabeza y mirar mal a Baela.

La esposa de lord Corlys guió a ambas chichas al salón principal, ordenó vino y pidió no ser interrumpidas.

—¿Bebes?— pregunto Rhaenys.

—Prefiero el rojo de la sangre pero el vino de vez en cuando no me desagrada—

Rhaenys río levemente y entrego una copa a la platinada.

Las tres mujeres se sentaron alrededor de la mesa; Rhaenys a la cabeza, Baela al lado y Rahera frente a ellas.

—Entonces habla. ¿A qué has venido?—

La princesa Rhaenys no era alguien que se molestará en rodeos, ella iba directo al punto, era una mujer muy fuerte y sumamente inteligente.

Muchas veces Rahera se preguntaba cómo sería el mundo si hubieran elegido a Rhaenys cómo reina.

—Tal parece, ayer por la tarde la reina Alicent y la mano tuvieron una reunión con Ser Vaemond. En dicha reunión, Ser Vaemond pidió ser declarado el próximo señor de las mareas después de que la serpiente marina muera—

Rhaenys apretó los puños y Baela puso una cara de incomodidad evidente.

Rahera era excelente leyendo a las personas, nada se le escapaba.

—Lo sabia ¿No es así?—

—Si, hace dos días Vaemond vino ante mi y me pidió mi apoyo para ser nombrado el señor de las mareas, me negué pero no sabía que se atrevería a tanto—

—Al parecer así fue, ahora; usted lo sabía y no le notificó a mi madre, sus actos princesa pueden ser considerados cómo traición—

Rhaenys río ligeramente— Niña, cuando tú aún estabas en el vientre de tu madre yo ya había librado mis guerras y dado honor a mi casa, he apoyado a tu madre pero no permitiré que vengas hasta mi hogar y me acuses de traición—